Tres soldados de la OTAN y diez civiles murieron ayer en distintos ataques en Afganistán. El sur del país sigue siendo uno de los principales feudos talibán y, por eso, la mayoría de los atentados siguen concentrados allí. A la mañana un militar norteamericano había sido alcanzado por una bomba artesanal y horas después lo mismo le sucedió a un convoy de la OTAN no muy lejos de allí. La comandancia militar aún no difundió las nacionalidades de las últimas dos víctimas. Las bombas artesanales en la vera de las rutas son efectivas, pero muchas veces alcanzan a los civiles antes que a las patrullas militares. Ayer en la provincia sureña de Kandahar una madre y sus cuatro hijos que volvían a su casa en auto murieron al explotar uno de esos artefactos. En el norte del país, en tanto, cinco personas fallecieron después de que un misil impactara en su casa. Aún no estaba claro quién había lanzado el ataque.