EL MUNDO

Un nuevo equilibrio entre la prudencia y el corazón

¿Cómo y por qué Lula decidió cada nombre del gabinete juramentado ayer? En esta nota, un análisis de las razones y los desafíos inmediatos.

Por Francesc Relea
Desde Brasilia
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha usado la prudencia para designar a los máximos responsables de su equipo económico, y ha actuado con el corazón al nombrar a los ministros del área social. A la vista de la composición del primer gabinete de la era Lula no es aventurado vaticinar en los primeros compases del nuevo gobierno moderación en la política económica y firmeza en la lucha contra los mayores agravios sociales que padecen los brasileños. Antonio Palocci, ministro de Hacienda y hombre fuerte del equipo económico, ha advertido que no habrá medidas de choque ni soluciones mágicas, ni mucho menos una vuelta atrás a situaciones de triste recuerdo, como la indexación y el establecimiento de un tipo fijo de cambio.
La designación de los 28 integrantes del gobierno del presidente Lula da Silva ha sido un trabajo arduo. Nadie duda que el brazo derecho del presidente, por encima del vicepresidente José Alencar, será el jefe de la Casa Civil, José Dirceu, presidente del Partido de los Trabajadores (PT) desde 1995 hasta diciembre pasado. Dirceu será mucho más que un ministro de la Presidencia. Entre sus atribuciones está la relación entre el gobierno y el Congreso, donde ha llevado el peso de la negociación con otras fuerzas políticas para lograr una estabilidad parlamentaria que se prevé incierta. Dirceu fue el cerebro de la campaña electoral que llevó a Lula al poder y fue el diputado federal más votado del PT. Rechazó la presidencia de la Cámara de Diputados para formar parte del gobierno.
El otro bastión del Ejecutivo estará en el área económica. Palocci ha dirigido el equipo de transición y en este rol ha despertado reticencias en los sectores más radicales del Partido de los Trabajadores, que ya han lanzado las primeras críticas al ministro, por su ortodoxia y rigidez en materia fiscal que, de momento, ha recibido el aplauso de empresarios y financieros. La presidencia del Banco Central estará ocupada por el ingeniero y economista Henrique Meirelles, el primer no estadounidense que fue presidente mundial de BankBoston. Completan el equipo económico el empresario Luis Fernando Furlan, al frente del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio, y el ingeniero agrónomo Roberto Rodrigues, en el cada vez más importante Ministerio de Agricultura. Amigo personal del ex presidente Cardoso y alineado con el PSDB, Furlan se ha ganado la confianza del PT en su papel de puente entre el equipo de transición y el empresariado. Rodrigues es un especialista en cooperativismo, bandera que enarbola Lula.
En el área social, el presidente ha optado por viejos compañeros de luchas políticas y connotados militantes del PT. Entre otros hay que citar a Cristovam Buarque (Educación), Humberto Costa (Salud), Marina Silva (Medio Ambiente), Miguel Rosseto (Desarrollo Agrario), Jacques Wagner (Trabajo), José Graciano (Hambre Cero) y la ex gobernadora de Río de Janeiro, Benedita da Silva, en Asistencia y Promoción Social.
El voto de confianza que el gobierno de Lula ha recibido de los sindicatos, con la Central Unica de Trabajadores (CUT) a la cabeza, no significa una tregua a cualquier precio. Los líderes sindicales amenazan con reabrir negociaciones salariales si el gobierno no logra contener la inflación, que se prevé en torno del 11 por ciento (prácticamente igual a la de 2002), según una encuesta realizada por la Federación Brasileña de Asociaciones de Bancos (Fedreban) entre 65 entidades de crédito. Otro punto de fricción con los sindicatos será el desempleo. El crecimiento de la economía previsto para 2003, que la misma encuesta sitúa para el año que empieza en el 1,8 por ciento, no bastará para detener el aumento del paro. Sólo en la región metropolitana de San Pablo, primer polo industrial del país, el porcentaje de los que no tienen trabajo superará este año el20 por ciento de la población económicamente activa, según las previsiones oficiales, lo que sería un récord histórico. El economista Márcio Pochegou, de la Universidad de Campinas (Unicamp), estima que 13 millones de trabajadores no tienen empleo fijo en todo Brasil. Y las tasas de interés se mantendrán en porcentajes excesivamente altos, en torno del 20,8 por ciento.

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