El ex dictador uruguayo Gregorio Alvarez (1981-1985), actualmente preso y procesado por asesinatos y torturas, dijo que no se arrepiente de nada de lo hecho durante su actividad política y sigue negando la existencia de desaparecidos. “Déjeme pensar de qué me puedo arrepentir. Que yo recuerde, de nada”, declaró en una entrevista al diario montevideano Ultimas Noticias el hombre que gobernó el país durante cuatro años en la última etapa de la dictadura que se instauró en 1973, tras un golpe de Estado. Alvarez fue quien debía conducir el proceso de retorno paulatino a la democracia después de que los militares perdieran el plebiscito hace exactamente 30 años.

De hecho, las polémicas declaraciones del Goyo Alvarez al matutino coincidieron con la conmemoración de una fecha histórica en el vecino país: cuando una mayoría de uruguayos dijo “No” a la dictadura en el plebiscito del 30 de noviembre de 1980.

Alvarez, de 85 años, está acusado de 37 homicidios, detenido en la cárcel de Domingo Arena junto con un grupo de oficiales que la Justicia consideró responsables de la tortura, secuestro y desaparición forzada de decenas de uruguayos.

El ex dictador dijo que en la cárcel está “bien”, pero que siente “el síndrome del ataúd, porque si cumplo con todos los años que me aplicaron, voy a salir con 107 años, así que me hice a la idea de morir acá”. Sin embargo, deslizó alguna esperanza de reconciliación al comentar los pronunciamientos que, en ese sentido, ha hecho el actual presidente del país, José Mujica. “Yo quiero colaborar con la paz de este país y por eso me mantengo callado. Lo que me importa es colaborar con la paz y la concordia”, agregó Alvarez, quien antes de ser presidente de facto fue jefe del Ejército.

Aseguró que no tiene ninguna información sobre los casos de desaparición forzada ocurridos durante la dictadura (1973-1985), cuando fue un influyente jefe militar hasta acceder a la presidencia. “Nunca protegí delitos vulgares. Aquí hubo un estado de guerra interno, no fue estado de guerra. La diferencia es que la guerra supone la oposición entre dos países y en la guerra interna no se reconoce en los oponentes la condición de Estado”, dijo. Insistió con la teoría de “los dos demonios”, esgrimida por algunos políticos e historiadores para justificar las numerosas violaciones a los derechos humanos que se produjeron en esos años, cuando la guerrilla ya había sido desarticulada en 1972.

Según Alvarez, “aquí se planteó la guerra interna por eso. O eso decían. Aquí se decretó la guerra interna mediante una serie de medidas que aprobó el Parlamento democrático de la época para tratar de solucionar la situación que se vivía. Yo fui convocado para restablecer la democracia. Soy un demócrata”.

La periodista que lo entrevistó le recordó que tras ese “estado de guerra interna” “hubo torturas, secuestros, asesinatos y desaparecidos”. “Usted estuvo en el más alto cargo, ¿cómo puede no tener información?”, le preguntó. La respuesta de Alvarez fue breve: “¿Quién dice que hubo desaparecidos?”. Y agregó: “Oí decir eso. Algo leí en la prensa”.

El ex dictador se quejó de que le adjudicaron 37 muertos y que ha pedido pruebas y testigos “cuatro o cinco veces” pero no ha tenido respuestas. “Aparte, cuando desaparecieron esos 37 yo no estaba en Montevideo ni tenía mando, yo estaba en Minas, al frente de la División Ejército IV y sin embargo, me los adjudicaron”, dijo, en su defensa. La periodista destacó ayer en declaraciones radiales que en esta respuesta Alvarez reconoce tácitamente la existencia de desaparecidos. Lo describió como un anciano lúcido, a pesar de que “por momentos se iba por las ramas” para dar la idea que divagaba.