Domingo, 26 de diciembre de 2010 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Mariano Blejman *
¿Qué pasaría si, por culpa de los proveedores de Internet, algunas páginas anduvieran más rápido que otras? ¿O si los proveedores pudieran cobrar por cada web por separado? ¿Qué tal un combo: Google + Hotmail + YouTube por U$S 25? Y si quiere usar Skype son U$S 5 más por mes. ¿Sería esto posible? ¿Sería posible que Internet se convierta en algo parecido a un sistema de televisión por cable? Hasta ahora, la fuerza de la red ha estado en que cualquier persona puede crear o visitar una página, y esta puede ser usada por cualquier usuario en el mundo a una velocidad similar. Eso suele llamarse “neutralidad de la red”: el concepto refiere a que los proveedores de Internet deben tratar de igual manera a todos los tipos de datos que se mueven por la red. Cualquier página, servicio o protocolo debería viajar a la misma velocidad desde y hacia las computadoras de los usuarios.
Esa posibilidad de que cualquier servicio sea considerado de la misma manera por quienes dan acceso a Internet ha permitido que empresas pequeñas pasen a ser grandes corporaciones. En esa característica se ha basado la cultura de las nuevas empresas de Internet, las llamadas start-ups. Google, por ejemplo, pasó de ser un buscador con un buen algoritmo a un gigante informático en pocos años, gracias a que nadie le impidió el acceso a millones de usuarios. Facebook pasó de ser una red social de los estudiantes de Harvard a convertirse en una plataforma de 550 millones de usuarios gracias a que, básicamente, estaba en Internet. Pero la neutralidad de Internet está en el ojo de la tormenta, desde que hace unos meses Google y Verizon (empresa proveedora móvil de Internet en Estados Unidos) anunciaron un acuerdo de mutua conveniencia específicamente aplicada a dispositivos móviles. Es decir, según anunció tiempo atrás el diario The New York Times, presuntamente a cambio de una buena suma de dinero, Verizon les daría prioridad a los servicios de Google. Es decir, si alguien usara un teléfono inteligente para conectarse a Internet a través del proveedor Verizon (símil de Claro, Personal o Movistar, en Argentina) los servicios de Google irían más rápido que los de Yahoo! o Hotmail. Y, es sabido, que la velocidad es el bien más preciado del capitalismo. Google declaró que el acuerdo se iba a aplicar a los accesos móviles (3g), mientras que se comprometía a sostener la neutralidad para las conexiones por tierra.
Durante su campaña, Barack Obama se comprometió a defender la neutralidad de Internet. Después de un año de duro debate, el martes pasado la Federal Communications Commission de Estados Unidos (FCC) compuesta por cinco miembros aprobó un acta para “preservar Internet como una red abierta que les permita a los consumidores elegir, tener libertad de expresión, control de los usuarios, competitividad y la libertad de innovar”. El acta no contentó a casi nadie. Ni a los republicanos defensores del libre mercado, que (salvo cuando se trata de sus Bancos en default) defienden la desregulación a ultranza, ni a los organismos a favor de la “neutralidad” de Internet.
Veamos los argumentos por el lado de los republicanos: el columnista John Fund del diario The Wall Street Journal trató a la votación como un “golpe de la neutralidad de internet” (aunque una mejor traducción sería: golpe de Estado de la neutralidad de Internet) y acusó a los lobbistas “liberales de izquierda” de haberse urgido con la victoria, contra la pérdida de los consumidores que “verán disminuidas la innovación y la inversión, por regulaciones que tratan a Internet como una utilidad pública”. Para Fund no existe evidencia alguna de que “el público esté demandando este tipo de reglas” y el jefe de la FCC Julius Genachowski no es otra cosa que un amigo de la infancia de Obama. En su columna paranoide-antimarxista, Fund desmenuza escandalizado una serie de declaraciones de lobbistas a favor de la neutralidad de Internet como Robert McChesney (de la organización Free Press), que habló para el sitio de SocialistProject en 2009 y en el periódico mensual marxista Monthly Review declaró: “Cualquier esfuerzo serio para reformar el sistema de medios tiene que ser parte de un programa revolucionario que cambie el sistema capitalista”. Los republicanos intentarán tumbar el acta en el nuevo congreso, donde tienen mayoría. Según el acta de la FCC, el éxito de Internet tiene que ver con “la ausencia de un guardián que bloquee usos legales o que permita elegir ganadores y perdedores on line. Los consumidores y los innovadores no tienen que pedir permiso antes usar Internet para lanzar nuevas tecnologías, comenzar negocios, conectarse con sus amigos o compartir sus puntos de vista”.
Sin embargo, desde la vereda ideológica opuesta, los organismos que bregan por la libertad de información en Internet han advertido sobre el “caballo de Troya” que puede ser el acta. Antes de la votación, Corynne McSherry de la Electronic Frontier Foundation, advertía sobre la “vulnerabilidad” de la FCC ante las grandes operadoras como AT&T y Comcast. Pero bastante más lejos de los organismos militantes, y más cerca del mercado editorial, el periodista MG Siegler de TechCrunch se preguntaba si Google o Verizon se habían salido con la suya o en realidad el propio ente había traicionado a los votantes de Obama. En uno de los últimos párrafos del acta, bajo el subtítulo: “Pasos mesurados para la banda ancha móvil”, la FCC dejó la puerta abierta para que Internet pierda su neutralidad en conexiones por red móvil. El argumento es tan absurdo como inverosímil y se resume así: “No impusimos regulaciones estrictas en las comunicaciones inalámbricas porque Android –el sistema operativo para teléfonos de Google– es un sistema abierto.” El extraño argumento para no defender la neutralidad de Internet en la telefonía móvil es que existe una mayor oferta de proveedores de servicios móviles en el mercado y sistemas operativos como Android que son “abiertos”, es decir que pueden ser modificados “libremente”. La argumentación es tan absurda que para los sitios TechCrunch, Engadget y Daring Fireball la inclusión de la palabra “Android” y “AT&T” en el acta suena más a lobby furibundo de las corporaciones que a un intento de mesura en función del cambiante mercado estadounidense. Es como decir que una computadora andará más rápido en Internet si usa un sistema operativo en vez de otro, independientemente del tipo de conexión que se tenga. Así las cosas, el caballo de Troya de la extraña regulación está empezando a desembarcar.
Twitter: @blejman
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