[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

El gobierno tunecino de transición anunció que suspende las actividades de la Asamblea Constitucional Democrática (RCD), el partido del depuesto presidente Ben Alí, y que prevé su próxima disolución. El anuncio llegó tras un fin de semana marcado por un repunte de la violencia en varias provincias.

El Ministerio de Interior comunicó que se decidió suspender las actividades del RCD, prohibir todas las reuniones y mitines organizados por sus miembros y cerrar todos los locales pertenecientes a esa formación para “preservar el interés supremo de la nación y evitar toda violación de la ley”. Esta medida, reclamada por numerosos tunecinos desde la caída del presidente Zine El Abidine Ben Alí, el 14 de enero, se toma en un contexto sumamente espeso. El gobierno de transición se ve confrontado a un recrudecimiento de los enfrentamientos y la violencia en varias regiones del país, cuando acaba de reducir el toque de queda en vigencia desde el 12 de enero.

Las autoridades de transición hacen frente, por un lado, a las protestas sociales y políticas, en particular contra los recientes nombramientos de gobernadores y, por otro, a actos de violencia que considera orquestados por el RCD para tratar de desestabilizar la transición.

Ayer por la tarde reinaba una calma precaria en la ciudad de Kef (noroeste), controlada por el ejército después de que se produjeran violentos enfrentamientos entre policías y jóvenes manifestantes, que dejaron al menos cuatro muertos. El sábado por la noche, los disturbios se extendieron a la ciudad de Kebili (sur), donde un joven murió tras recibir una granada lacrimógena en la cabeza, indicó la agencia oficial TAP. Según la agencia, la fuerza pública se opuso a un grupo de jóvenes que trató de atacar e incendiar un cuartel de la guardia nacional. Una vez más, el ejército se desplegó en el lugar.

En la cuenca minera del oeste del país, el nuevo gobernador de Gafsa, Mohamed Guider, se vio obligado el domingo a abandonar su despacho a bordo de un vehículo del ejército, bajo la presión de numerosos manifestantes que pedían su dimisión, siempre según TAP.