El sorpresivo giro en el affaire sexual que derivó en la liberación de Dominique Strauss-Kahn le dio nuevos bríos a su vida política. En Francia, son muchos quienes ven en el ex titular del FMI un vigoroso candidato a primer ministro para las próximas elecciones, tomando como un envión político el hecho de que el fiscal de Nueva York, Cyrus Vance, haya sembrado un manto de dudas acerca de la credibilidad de la empleada doméstica del Sofitel, quien acusó a Strauss-Kahn de agresión sexual. Mientras tanto, en Estados Unidos, el vuelco que dio la causa fue visto por algunos expertos en la materia como un gran papelón por parte del fiscal de Manhattan.

Ayer existieron llamadas frenéticas por parte de los aliados y amigos del socialista, para patear las internas partidarias del 15 de julio para fines de agosto. Las especulaciones de complot y manipulación por parte de una mano negra reflotaron con más fuerza que nunca, y los socialistas están seguros de que la imagen de Strauss-Kahn, lejos de haberse manchado, se vio más fortalecida. Para el filósofo Bernard-Henri Levy, su amigo fue víctima de un terrorismo mediático, reminiscente de los días más oscuros de la Revolución Francesa. Según el pensador, los medios de comunicación vendieron la imagen de inocente de la querellante, por su condición de mujer inmigrante humilde, en tanto que Strauss-Kahn era a todas luces el culpable, por ser rico y poderoso. Sin embargo, los analistas en Francia echaron por tierra las chances de una pronta resurrección política. El alcalde de Lyon, y uno de sus aliados más cercanos, Gerard Collomb, dijo que nadie sale ileso de un acontecimiento como éste.

De todas maneras, para que Strauss-Kahn pueda volver en tiempo y forma a competir en una primaria en Francia, debe levantarse la restricción legal que pesa sobre él por completo. Hasta ahora, su pasaporte continúa confiscado y sólo puede moverse con libertad por Estados Unidos. Y los cargos no fueron aún retirados. Pero ayer surgieron nuevos elementos en la investigación que podrían inclinar la balanza en favor del socialista, tales como escuchas telefónicas que complican la situación de la empleada doméstica, en donde se la oye conversando con un africano preso por narcotráfico en Arizona, tres días antes del hecho. En la cinta, la mujer le dice al convicto que cree que le puede sacar plata a Strauss-Kahn y que conoce la posición del francés.

Luego de las vueltas que dio el caso, el vocero de la oficina del juez del distrito, Erin Duggan, salió a poner la cara el viernes y defendió el manejo del caso. “En todo momento, la oficina tomó las decisiones acertadas. Actuamos sobre la base de un ataque sexual corroborado por testigos y evidencia electrónica, la cual fue más que suficiente para presentar ante el gran jurado.” Sin embargo, otros letrados y expertos no consideran lo mismo. Para Steve Miller, abogado penal de Chicago y ex fiscal federal, el caso dejaría una marca imborrable por la sorpresiva forma en que se liberó a un sospechoso de cargos tan serios. “Este caso alteró el panorama de la política internacional. Habría que preguntarse qué clase de mensaje se envía al mundo acerca del sistema penal norteamericano”, advirtió el letrado. Lo cierto es que los problemas con este caso hicieron de éste un mes complicado para el fiscal Vance, de 56 años, quien fue reelecto en 2009 para suceder a Robert Morgenthau, el veterano fiscal de Manhattan de intachable trayectoria.