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El fracaso de Andrés Pastrana en su negociación con las FARC dio origen a dos novedades en Colombia: un ascenso en la intención de voto (un 40 por ciento) para el candidato disidente liberal Alvaro Uribe Vélez –cuyo programa apunta a liquidar a las FARC– y la ampliación del apoyo militar de Estados Unidos en la lucha contra los rebeldes.

El Espectador
Con beneplácito se recibió la decisión del gobierno de EE.UU. de incluir una partida de 98 millones de dólares en su presupuesto para un batallón que proteja el oleoducto Caño Limón-Coveñas. Pero lo que esto deja en claro es otro fracaso de la política estadounidense en Colombia. La teoría según la cual la fumigación de cultivos ilícitos cortaría la financiación de la guerrilla en beneficio de la paz probó su inefectividad. Ahora, impulsado por el clima antiterrorista posterior al 11 de setiembre, EE.UU da el primer paso hacia su involucramiento directo en la lucha contrainsurgente. No es conveniente salir a celebrar como bueno este viraje.
(Editorial)

El Tiempo
Las FARC no quieren la paz. Punto. Tampoco que les entreguen taxis a cambio de desmovilizarse. Ni que les financien sus gastos para abandonar el secuestro. No son el M-19, a los que consideran unos traidores de la peor ralea, y menos aún el ELN, una guerrilla de segunda. Ellos no son débiles ni sienten que nadie los pueda derrotar, ni siquiera el 11 de septiembre. Esa fecha, para las FARC, es la demostración de que los todopoderosos gringos son vulnerables. Ellos, a ver si nos enteramos de una vez, lo que van es por el poder absoluto. Lo demás son maniobras de distracción para fortalecerse. Lo que no han conseguido nunca es explicar cómo toma el mando de Casa Nariño un movimiento armado al que no apoya ni el uno por ciento de la población, un grupo que carece de oferta política creíble y de una moderna estrategia militar. Tampoco, que sepamos, cuenta con apoyo exterior, fuera de los turistas del IRA y tal vez alguna banda islámica. Bueno, y del respaldo moral de Chávez; qué susto.
(Salud Hernández-Mora)

El Mundo
La denuncia de la Policía Nacional sobre la existencia de otro complot de las FARC para asesinar al candidato independiente Alvaro Uribe Vélez vuelve a poner el tema de la seguridad de los candidatos y la libertad de los electores como una de las principales preocupaciones de la actual campaña electoral. Las autoridades atribuyen a las FARC la responsabilidad. El señalamiento es de la mayor gravedad, si se tiene en cuenta que ese grupo guerrillero ha sido interlocutor privilegiado del gobierno del doctor Pastrana en el proceso de paz en medio del conflicto.
(Editorial)