Viernes, 3 de febrero de 2012 | Hoy
EL MUNDO › CASI DIEZ MIL EGIPCIOS SE REUNIERON EN LA EMBLEMáTICA PLAZA DE LAS REVUELTAS Y AFUERA DEL MINISTERIO DEL INTERIOR
Al día siguiente del trágico incidente en el estadio de fútbol en el que murieron 74 personas, los hinchas de Al Ahly se manifestaron y chocaron con la policía. Hubo 400 heridos. Críticas a los sectores militares en el poder y hasta la sospecha de una conspiración política.
Por Alistair Beach *
Desde Port Said
Egipto entró en una nueva crisis anoche cuando las fuerzas de seguridad dispararon gas lacrimógeno contra los manifestantes que regresaron a las calles de El Cairo para protestar contra las muertes de 74 hinchas de fútbol el miércoles. En un día cargado emocionalmente, posterior al peor desastre deportivo, exacerbado por las acusaciones de que las fuerzas de seguridad permanecieron sin hacer nada permitiendo que los hinchas rivales se enfrentaran, casi 10.000 personas se reunieron en la plaza Tahrir y afuera del Ministerio de Interior, donde algunos rompieron el alambre de púas alrededor del edificio.
El resentimiento creció durante el día, mientras los “ultrahinchas” de Al Ahly de El Cairo –uno de los clubes más exitosos de fútbol– regresaron a la capital después de la violencia del miércoles a la noche en Port Said que llevó a que los simpatizantes del club murieran aplastados tratando de escapar de los hinchas locales de Al Masry. Grupos de barras bravas de los dos principales clubes de El Cairo –Al Ahly y Zamalek– habían participado en las revueltas del año pasado. “Nos quieren castigar y ejecutarnos por nuestra participación en la revolución contra la represión”, dijeron los ultras de Al Ahly en una declaración, prometiendo una “nueva guerra en defensa de la revolución”.
Los manifestantes habían partido como una marcha pacífica desde la sede de Al Ahly al área externa del edificio del ministerio, cerca de la plaza Tahrir. Las fuerzas de seguridad que custodiaban el área estaban separadas de los manifestantes por bloques de concreto y alambre de púas, pero las tensiones crecieron cuando los manifestantes avanzaron hacia ellos, quitando algunas de las barreras y arrojando piedras. La policía respondió con gas lacrimógeno pesado, provocando corridas entre los manifestantes. Anoche hubo rumores de que se habían escuchado disparos también.
En escenas que recordaban los choques con la policía en noviembre, que dejaron 40 muertos, los manifestantes incendiaron neumáticos y las motocicletas llevaban a algunos de los heridos al hospital, ya que las ambulancias no podían pasar. La televisión estatal egipcia dijo que unas cien personas se desmayaron por los gases lacrimógenos.
El Ministerio del Interior dijo en una declaración que los manifestantes habían cortado el alambre de púas y pasado por encima de los bloques de concreto para llegar al camino que conducía al ministerio. Instaba a los manifestantes a “escuchar el sonido de la sabiduría en estos momentos críticos”. De acuerdo con el Ministerio de Salud, al menos 388 personas resultaron heridas ayer en el centro de El Cairo en los enfrentamientos registrados entre hinchas del equipo Al Ahly y miembros de las fuerzas de seguridad.
El jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto, Mohamed Hussein Tantawi, decretó tres días de duelo y prometió que encontrará a los culpables de la masacre de Port Said, tras matizar que este tipo de sucesos “pueden pasar en cualquier parte del mundo”. Asimismo, apuntó que las víctimas recibirán una compensación después de que sus casos sean examinados.
Ayer, ya afloraban varias hipótesis –entre sectores políticos, medios y analistas– que apuntaban a una conspiración política como causante de la masacre. La más extendida giraba en torno del deseo de sectores militares de mantener “la ley de emergencia” decretada en 1981 (tras la muerte del ex presidente y primer ministro Anwar el Sadat), una normativa que sirvió durante estos últimos 30 años como marco legal para la represión desatada contra sectores opositores. “Lo que ocurrió no puede ser una coincidencia. Esta masacre y tres ataques armados, apenas un día después de que el ministro del Interior vino al Parlamento para intentar convencernos de mantener el estado de emergencia”, reclamó el diputado socialdemócrata Zia el Elaimi.
El primer ministro, Kamal el Ganzouri, comunicó al Parlamento, en una sesión extraordinaria, que el gobierno aceptó la dimisión del gobernador de Port Said, el general de División Mohamed Abdulah, y cesó a los dos mandos policiales responsables de los incidentes en el estadio de fútbol de esa localidad. El Ejecutivo también destituyó a todos los miembros de la Junta Directiva de la Federación de Fútbol Egipcia que, tras la tragedia al término del partido de liga entre los equipos Al Ahly y Al Masry, decidió anular todos los encuentros de la jornada (ver aparte).
En Port Said se estaba esclareciendo el hecho de cómo tanta gente terminó muriendo cuando los hinchas locales invadieron el campo después de que su equipo ganara por 3-1. Una de las principales salidas en la parte este del estadio, un corredor hacia abajo de unos cuatro metros de ancho que terminaba en un portón de hierro cerrado con candado durante todo el partido podría conducir a una respuesta. Mientras muchos hinchas de Al Masry corrían hacia las tribunas después de la pitada final –muchos portando palos y cuchillos–, miles de hinchas visitantes huyeron hacia el corredor, la única salida para la mitad de la gente en el lado del oeste.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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