Martes, 22 de mayo de 2012 | Hoy
EL MUNDO › A LA CRISPACIóN POLíTICA SE LE SUMó UNA MARCHA CONTRA EL SISTEMA EDUCATIVO Y LOS ABUSOS EMPRESARIALES
El presidente chileno habló por dos horas en las cuales, más que rendir cuentas, hizo un repaso de las obras y proyectos realizados, dejando de lado nuevas propuestas o la autocrítica, que no llegó como se esperaba.
Desde Santiago
Todos los 21 de mayo, Chile recuerda el combate naval de Iquique, una de las batallas marítimas de la Guerra del Pacífico que enfrentó al país con Perú y Bolivia entre 1879 y 1883. Ese día, también es utilizado por los presidentes para efectuar la cuenta pública de su gestión a la ciudadanía, en una de las ceremonias más republicanas de la nación. Este año, a la expectación característica, se sumó un crispado clima político interno, generado por las nuevas acusaciones de la derecha contra el accionar de la ex presidenta Michelle Bachelet luego de ocurrido el terremoto del 27 de febrero del 2010 y la férrea defensa de la oposición que, tras dos años, al fin logró unirse en un tema común. Así, en medio de una seguidilla de declaraciones, llegó el presidente Sebastián Piñera al Congreso en la ciudad-puerto de Valparaíso a rendir cuentas a la población. Lo primero que hizo fue “pedir perdón por los errores”. Aplauso cerrado de la concurrencia mayoritariamente de derecha. El discurso fue televisado por cadena nacional. En cada temática mencionada por Piñera aparecían imágenes de gente atendida en buenos hospitales, recibiendo su casa propia o emprendiendo alguna empresita. Caras alegres, al igual que en las primeras filas del Congreso, donde los ministros y parlamentarios oficialistas aplaudían a rabiar al mandatario.
Lo que las cámaras omitieron fue lo que sucedía afuera del Poder Legislativo, cuando una marcha de varios miles de personas protestaba contra el sistema educacional, los abusos empresariales, la reconstrucción y otros temas sin solución. Tampoco se exhibieron algunos parlamentarios de oposición que desplegaron lienzos con inscripciones en contra de las políticas del gobierno. “Daba la impresión de estar viendo un partido de fútbol desde la tribuna del equipo visitante”, contó una asistente al Congreso.
Piñera, aquejado de un fuerte resfrío y célebre por sus tics, muecas y errores de dicción, seguía hablando. Lo hizo por dos horas, en las cuales, más que rendir cuentas, hizo un repaso de las obras y proyectos que ha ejecutado, dejando de lado nuevas propuestas o la autocrítica que no llegó, aunque pidiera perdón nuevamente al terminar su alocución.
La novedad fue el anuncio del envío al Congreso de un proyecto de ley que creará un bono solidario de alimentación (unos 80 dólares), que beneficiará a más de seis millones de chilenos vulnerables, y la reactivación del proyecto que dará curso a los estudios técnicos para la construcción de un puente que unirá a la isla de Chiloé con el continente.
Este proyecto fue una de las ideas emblemáticas del gobierno de Ricardo Lagos y finalmente la administración de Bachelet lo desechó por caro.
“He instruido al ministro de Obras Públicas para que, estableciendo un monto máximo de inversión de 740 mil millones de dólares, cifra que asegura la rentabilidad social del proyecto, llame a una licitación internacional que presente soluciones técnicas para la construcción de un puente de tres o cuatro pistas”, dijo. Otro aplauso cerrado. Lo cierto es que la televisión, al momento de anunciar esta iniciativa, se quedó con el ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne, el mismo que se hizo famoso con el rescate de los mineros de Atacama y que es la principal carta presidencial de la derecha para las elecciones del próximo año. Aunque muy lejos de Michelle Bachelet, que muestra más de un 50 por ciento de apoyo espontáneo en las encuestas, razón por la cual el oficialismo reflotó el tema del terremoto tratando de enlodarla frente a la ciudadanía.
En esa línea, y fiel a su tono discursivo, Piñera reiteró lo difícil que ha sido gobernar al asumir un país devastado por un terremoto. Puso énfasis en la reconstrucción, educación, salud y la seguridad pública, pero no hubo anuncios concretos para mejorar cada área. También reafirmó el compromiso de su gobierno de completar el ciento por ciento del proceso de reconstrucción durante su mandato. “Puedo afirmar responsablemente que tres cuartas partes de la reconstrucción ya están cumplidas”, dijo.
Afuera del Congreso, mientras comenzaban los primeros enfrentamientos entre protestantes y carabineros, que terminaron con varios heridos (un detective de gravedad) y detenidos, Luisa, que perdió su casa a causa del sismo, reclamaba que “éste será mi tercer invierno viviendo en una tienda de campaña”. Para ella, el sueño de un techo firme aún no llega.
Terminado el recuento, Piñera, que no se despidió protocolarmente del anfitrión, el presidente del Senado, el socialista Camilo Escalona, salió a saludar a la muchedumbre que se agolpó para vitorearlo. La televisión en vivo siguió la escena. Un par de pobladoras inocentes confesaron para todo el país que “nos invitaron a la playa y sin saber nos pasaron unos carteles y nos trajeron para acá”, dijo una. “Me dieron un chocman (chocolate popular), galletas y jugo”, agregó otra mujer que se hizo famosa en las redes sociales al desnudar el show mediático montado en Valparaíso.
La oposición, que ha cerrado filas en torno de Bachelet (la mayoría llevaba chapitas que decían Estoy Contigo), coincidió en la falta de propuestas, mientras el oficialismo (que llevaba chapitas con la leyenda Chile Cumple) calificó el discurso como contundente. En tanto, los estudiantes, que otra vez quedaron defraudados por la omisión de la palabra gratuidad, siguieron manifestándose y recordaron que en ese mismo escenario, el año pasado, comenzó la crisis educacional, cuando Piñera no anunció mejoras al sistema. En esa ocasión el presidente tenía un 39 por ciento de apoyo ciudadano, hoy tiene el 24 por ciento y un duro año por delante.
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