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El papa Francisco hizo ayer un nuevo llamado a la comunidad internacional para que busque una solución pacífica a la guerra civil en Siria, un conflicto que se agudizó con la denuncia de un supuesto ataque con armas químicas que llevó a las potencias a no descartar la posibilidad de una intervención en el país árabe. “El mundo tiene que darse cuenta de la trágica situación de Siria y hacer todo lo posible para que, por la vía del diálogo, acabe esta guerra”, dijo el Papa durante el tradicional rezo del Angelus en la Plaza San Pedro del Vaticano.

Francisco pidió a la comunidad internacional que se muestre más sensible ante la trágica situación que vive Siria y que dedique todo su esfuerzo a ayudar a encontrar una solución a una guerra que siembra destrucción y muerte. En referencia a las informaciones sobre los supuestos ataques químicos de la semana pasada, el Papa se lamentó de lo que dio en llamar “terribles imágenes”. “Hay que silenciar las armas en esta guerra fratricida”, manifestó la máxima autoridad de la Iglesia Católica.

El pontífice argentino insistió en que es la capacidad de encuentro y diálogo la que ofrece una perspectiva de esperanza para resolver los problemas y no el enfrentamiento. Ante los miles de fieles que acudieron a la plaza de San Pedro del Vaticano, invitó además a mantener siempre encendida la esperanza de paz y expresó su cercanía en la oración y su solidaridad a todas las víctimas del conflicto sirio, en especial a los niños. La república árabe se encuentra sumergida en un conflicto interno desde marzo de 2011 que ya provocó decenas de miles de muertos y desplazados en todo su territorio.

La crisis se profundizó la semana pasada, luego de que la oposición siria denunciara un supuesto ataque con armas químicas en Ghuta oriental, en las afueras de Damasco. Las autoridades sirias niegan ser las autoras del supuesto ataque y acusan a los rebeldes de perpetrarlo. Médicos sin Fronteras (MSF) informó sobre la existencia de 3600 pacientes con síntomas neurotóxicos que arribaron el miércoles pasado a tres hospitales de la provincia de Damasco, de los cuales 355 perecieron.