Desde Roma

El IOR (Instituto para las Obras de Religión) o banco vaticano continuará sus reformas y ayer comenzó una nueva etapa, comunicó la Santa Sede. Pero también hará las suyas la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), el segundo e importante ente financiero del Vaticano que ha estado en el centro de otros escándalos y para cuya reforma el papa Francisco emitió un Motu Proprio, es decir, una suerte de decreto papal que no consiente ningún tipo de apelación. La Apsa funcionará como tesorería vaticana, una suerte de Banco Central. “Apuntamos a una sustancial transparencia. Habrá verificaciones y las harán personas desde afuera del Vaticano”, dijo en una rueda de prensa ayer por la mañana el cardenal australiano George Pell, jefe de la Secretaría para la Economía vaticana, virtual Ministerio de Economía de la Santa Sede.

El martes, cuando se dio a conocer el balance 2013 del banco vaticano junto a los balances de la Santa Sede y de la Ciudad del Vaticano, se había anunciado que el IOR cambiaría de autoridades para comenzar la segunda fase de reformas, es decir, su integración con las demás instituciones vaticanas, varias de ellas también reformadas. En efecto el francés Jean Baptiste de Franssu se hizo cargo de la dirección del IOR, reemplazando al alemán Ernst von Freyberg, al frente del IOR desde 2013. En el grupo directivo también fueron cambiados varios de los miembros laicos, casi como dando a entender que ésa es una manera también de evitar los abusos. El estatuto del IOR será cambiado en los próximos meses y el banco se limitará a gestionar cuentas corrientes principalmente de personal eclesiástico y de empleados del Vaticano. Las modificaciones que se han hecho y que se implementarán sucesivamente –se explicó en la rueda de prensa– fueron elaboradas por la Secretaría para la Economía y por el Consejo para la Economía, otro ente financiero vaticano creado por el papa Francisco y a cargo del cardenal alemán Reinhard Marx. “Terminada la Fase I de las reformas, comienza la Fase II, y es justo que esté a cargo de una persona que puede ocuparse full time. Yo no puedo hacerlo”, dijo a los periodistas Von Freyberg.

En los próximos tres años, se explicó además, los estatutos del banco vaticano serán revisados en base a tres prioridades: reforzar su actividad, concentrarla en las actividades de consultoría financiera y en los servicios de pago al clero, las congregaciones, las diócesis y los empleados laicos del Vaticano y trasladar gradualmente la gestión del patrimonio a un nuevo ente denominado Vatican Asset Management (VAM, administración de los bienes vaticanos).

En lo que se refiere al APSA, se indicó que la sección ordinaria, que se ocupaba de administrar los bienes de la Santa Sede, pasará a la Secretaría de Economía. En cambio el APSA se concentrará en sus funciones de Banco Central “para continuar garantizando la liquidez y la estabilidad financiera de la Santa Sede”, dijo el Vaticano. Según el cardenal Pell, se hizo necesario separar las responsabilidades del APSA para que la Secretaría para la Economía pudiera ejercer “el control económico y de vigilancia”. En efecto, en 2013 monseñor Nunzio Scarano, que se había desempeñado por más de 20 años como contador del APSA, fue arrestado, acusado de haber intentado hacer retornar desde Suiza, y de modo ilegal, unos 20 millones de euros de una familia de astilleros amigos suyos. Haciéndolo a través del Vaticano habrían evitado el pago de los impuestos en Italia. También se le descubrieron irregularidades en una cuenta bancaria del IOR. El cardenal Pell dijo además que se espera que todo el Vaticano “sea un modelo de transparencia financiera, en lugar de causar escándalos esporádicamente”, y que la Santa sede nombrará un revisor de cuentas independiente, que podrá mirar donde quiera para garantizar la transparencia y la legalidad.