EL MUNDO
Noticia de un secuestro y una fuga por la sierra colombiana
Por Pilar Lozano *
Desde Santafé de Bogotá
Acostado en una cama de un hospital militar en Santa Marta, delgado, con la nariz raspada, apareció en los noticieros de televisión este joven británico de 19 años. En un castellano pobre y con la sonrisa de quien no acaba de creérselo, contó el momento de la huida: “Estuvimos caminando en línea con los guerrilleros, cuando llovía fuertemente en la montaña y la visibilidad no era buena, me fui cuesta abajo”, explicó. No dejó claro, sin embargo, si logró escapar el mismo día del secuestro, o si fue un día después. Luego caminó durante 12 días, cuesta abajo, por senderos de esta reserva de la bioesfera, hasta encontrar un grupo de indígenas kogis que le dieron apoyo y avisaron al Ejército.
Scott formaba parte del grupo de 13 turistas que se aventuró, a comienzos de este mes, a una caminata de varios días por la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña al lado del mar más alta del mundo. El viernes 12, cuando dormía en una cabaña en Ciudad Perdida (asentamiento Tairona, una de las grandes civilizaciones americanas desaparecida con la conquista), con dos guías colombianos, fueron despertados por los guerrilleros. Los obligaron a levantarse con el engaño de que había combates muy cerca y debían protegerse. Luego, los dividieron en dos grupos. Los que se veían fuertes y tenían botas adecuadas para largas caminatas quedaron en el grupo de los secuestrados; los otros cinco recuperaron la libertad tras pasar horas amarrados de pies y manos.
Scott, quien el mismo miércoles fue trasladado a Bogotá y viajó en la madrugada del jueves a su país, contó que dejó a sus compañeros cansados, enfermos, y se refirió en especial a un israelí que sufre asma. Y relató retazos de sus 12 días, solo, sin alimentos, guiado por los ríos de la inmensa montaña de forma triangular, que tiene una cara hacia el mar Caribe.
Tras resbalar, decidió correr sin mirar atrás, temeroso de que lo siguieran. “De pronto escuché un río a mi derecha y comencé a buscarlo”. Lo encontró y caminó siguiendo su curso: “Empecé a bajar y tenía miedo de romperme los brazos o las piernas.” Todo fue difícil: los aguaceros torrenciales, la falta de alimentos, la falta de visibilidad, el miedo a volver a ser secuestrado. Solo paraba de a ratos para tomar agua, para recuperar fuerzas.
El pasado martes por la tarde, se encontró con un grupo de indígenas kogis a quienes contó su historia. “Estaba muy cansado. Tenía la ropa rasgada y heridas en todo el cuerpo. Llegó vomitando y se desmayó”, contó uno de los nativos, que habita esta montaña sagrada. Lo llevaron a su pueblo, un caserío de cinco chozas circulares, de techo de paja, típicas de esta comunidad, uno de los tres grupos indígenas que habitan esta montaña sagrada. Allí, por fin descansó y comió sopa de frijoles y tres naranjas. Al día siguiente, los indígenas avisaron a una patrulla del Ejército y ese mismo día un helicóptero militar lo llevó a la ciudad de Santa Marta. Scott, un experto escalador de inmensos ojos azules, no despejó la mayor duda sobre este múltiple secuestro. ¿Quiénes son los responsables? Aunque en su relato se refirió, en varias oportunidades, a “guerrilleros” , cuando se le preguntó sobre el tema aseguró: “No sabíamos quién nos tenía, por momentos nos decían que eran paramilitares”.
El comandante del ejército, general Carlos Alberto Ospina, aseguró en conferencia de prensa que la huida del inglés sirvió para hacer algunos “ajustes al operativo de rescate, habrá cambios, se intensificarán los operativos de inteligencia con medios técnicos, y aumentará el pie de fuerza”, anunció el alto oficial. Con los nuevos indicios, aseguró también, se tiene casi la certeza de que los cautivos y sus secuestradores no han salido de los más de 21.000 kilómetros cuadrados de esta sierra que tiene 12 picos nevados.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.