Lunes, 16 de marzo de 2015 | Hoy
EL MUNDO › ARENGA DEL PREMIER NETANYAHU ANTES DE LAS ELECCIONES DE MAñANA EN ISRAEL
El dirigente laborista y referente de la coalición de centroizquierda Campo Sionista, Isaac Herzog, principal rival del primer ministro, se mostró dispuesto a designar a un ministro árabe si llega a la jefatura del gobierno.
Benjamín Netanyahu aseguró frente a miles de seguidores de la derecha más nacionalista que mientras él gobierne no habrá concesiones sobre el destino de la ciudad más populosa de Israel. “Jerusalén es nuestra capital eterna y no será dividida”, proclamó el jefe del Ejecutivo en una convocatoria excepcional celebrada en Tel Aviv, a menos de dos días de que se celebren elecciones generales. La minoría árabe de Israel, constituida por más de 1,6 millón de habitantes, irá a las urnas en una coalición histórica que busca una mayor influencia en el Parlamento y equiparar sus derechos a los de la mayoría judía. El dirigente laborista y referente de la coalición de centroizquierda Campo Sionista, Isaac Herzog, se mostró dispuesto a designar a un ministro árabe si llega a la jefatura del gobierno.
Ante un nutrido grupo de seguidores que colmó la céntrica plaza que alberga habitualmente las manifestaciones de la izquierda pacifista israelí, Netanyahu fue el primer orador en una importante lista de dirigentes de partidos derechistas. Su discurso fue considerado por la Comisión Electoral como un acto ilícito de campaña, por lo que los medios de comunicación no pudieron difundir el mensaje completo. No obstante, el dirigente del partido conservador Likud, al que las últimas encuestas otorgan entre 20 y 21 escaños, al menos cuatro por debajo de su rival, el líder laborista Isaac Herzog, quiso usar sus últimos cartuchos para apelar al electorado indeciso de la derecha y atraer a miembros de su partido desencantados.
“Quiero agradecer a todos los que vinieron esta noche de todo el país, desde Galilea hasta el Neguev, desde Judea y Samaria (Cisjordania) hasta la costa, y les digo que Jerusalén es nuestra capital indivisible”, arengó en la apertura de su discurso. De acuerdo con el Canal 10 de la televisión israelí, su mensaje tuvo un tono emocional. Por primera vez durante la actual campaña, el líder derechista afirmó que bajo su mandato Jerusalén continuará unida y que nunca aprobará la retirada de territorios, en alusión al desmantelamiento de asentamientos judíos en el suelo ocupado. Por su parte, el Canal 1 de la televisión destacó que Netanyahu resaltó la unidad de Israel, habló del espíritu judío y se preguntó retóricamente qué hay de malo en respetar la tradición judía, en probable referencia a un paquete de recientes leyes y políticas destinadas a reforzar el carácter judío del Estado. En ese sentido, dijo que las elecciones son una prueba para la unidad del pueblo.
Según cálculos de los medios, en base a estimaciones policiales, entre 13.000 y 20.000 personas se dieron cita en la Plaza Rabin de Tel Aviv, en lo que representa la última demostración de fuerza antes de los comicios de esta semana. Convocada por la Plataforma por la Tierra de Israel, que reúne a dirigentes y activistas de varias formaciones nacionalistas, los organizadores buscaron trasladar el mensaje de que sólo la derecha garantizará la integridad territorial israelí al oeste del río Jordán.
El acto se realizó en el simbólico lugar donde en 1995 un ultranacionalista asesinó al primer ministro Isaak Rabin por concesiones a los palestinos en el fracasado proceso de paz de Oslo. La semana pasada, unos 40.000 militantes del frente de centroizquierda se concentraron en la misma plaza para exigir un cambio de gobierno y abrir un horizonte de esperanza para Israel después de seis años con Netanyahu al frente del Ejecutivo nacional. Aunque los sondeos dan ganador al Campo Sionista, la fragmentación parlamentaria empuja al Likud a verse reducido y despojado de su influencia dentro del nuevo ejecutivo.
Por su parte, la oficialmente llamada Lista Común, que reúne a demócratas, nacionalistas e islamistas de cuatro partidos, se convirtió en la esperanza de miles de árabes-israelíes, ya que, según los sondeos, obtendría entre 12 y 13 bancas, lo que la convertiría en la tercera o cuarta fuerza política de la Kneset (Parlamento). “Nuestro mensaje es uno de asociación para todos los sectores débiles, sin diferencia de religión, nacionalidad o sexo. De asociación entre todos aquellos que aspiran a una paz verdadera, a la igualdad y la justicia social”, defendió en su campaña Aiman Ode, líder de la nueva coalición de izquierda.
Constituida a fines de enero, después de titánicos esfuerzos para aunar ideologías tan dispares como la religiosa del Movimiento Islámico y la secular del frente izquierdista judeo-árabe Hadash, el nuevo frente ha sido producto de lo que Ode considera un proceso de deslegitimación de la población árabe de Israel.
En una entrevista concedida al suplemento económico The Marker, difundida ayer por Haaretz, Herzog reconoció que, pese a sus propósitos, no ve muy factible que los árabes quieran sumarse a un eventual gobierno de coalición. Y recordó que la Lista Arabe Unida expresó públicamente su rechazo a sumarse a cualquier coalición de gobierno. “Pese a todo, estaría encantado de poder invitar a un árabe a sumarse a mi gobierno”, señaló. “Los árabes son un grupo muy importante y se necesita un programa revolucionario para la próxima década en lo referente a la comunidad árabe de Israel”, afirmó el líder laborista.
En otra entrevista publicada por Haaretz esta semana, Herzog apuntaba que la designación de un ministro árabe era uno de sus objetivos primordiales en caso de formar gobierno, con el objeto de abrir una nueva página en las relaciones con esta minoría que representa el 20 por ciento de la población del país.
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