EL MUNDO › ANTONIO NAVARRO WOLFF, EX GUERRILLERO Y CONGRESISTA
“Queremos un cambio en paz”
Colombia está en una guerra a varias puntas. En las elecciones parlamentarias de hoy, la guerrilla de las FARC promueve un sabotaje y los paramilitares llaman a votar por los candidatos proclives al antiguerrillero Alvaro Uribe, que encabeza la intención de voto para las presidenciales de mayo. Aquí, los favoritos para hoy –un ex guerrillero y un líder indígena– dan sus perspectivas.
Antonio Navarro Wolff es el congresista favorito a ser reelecto en las elecciones legislativas. Ex guerrillero del M-19, sostiene que su figura ganó credibilidad de la mano de los acuerdos de paz y ve la salida al conflicto colombiano por medio del cambio pacífico y la reforma política que “esperamos sea una expresión clara de la votación por figuras independientes”, dijo reporteado por Página/12.
–Según una encuesta recientemente divulgada, usted es el primer favorito para el Senado. ¿Cuáles son sus propuestas?
–Proponemos una renovación del Congreso. El Congreso en Colombia, como en muchos países de América latina, se ha ido desprestigiando por su comportamiento inadecuado, por actos de corrupción, porque pierde la sintonía con la opinión pública. Tenemos una propuesta de que retorne a sus funciones básicas que son las de hacer leyes y controlar políticamente al gobierno nacional. Yo ya soy congresista, soy miembro de la Cámara de Representantes por la ciudad de Bogotá y ahora estamos encabezando la lista del Senado.
–¿Qué le reconocen los colombianos?
–Que los del M-19 hace 12 años que firmamos la paz. Estamos en paz porque firmamos unos acuerdos que hemos cumplido totalmente, hemos hecho las cosas bien y creo que finalmente esa historia nos dio la credibilidad que en este momento tenemos en el país.
–¿Qué relevancia tienen los comicios parlamentarios para los presidenciales?
–Definitivamente son más importantes y de mayor interés las elecciones presidenciales que las del Congreso, pero está demostrado también que un presidente elegido necesita un Congreso que funcione correctamente, que sea dentro de una democracia el contrapeso a ese gran peso que el presidente tiene como figura en un régimen presidencial como el colombiano. Estamos buscando que el Congreso ayude en las cosas buenas que haga el próximo gobierno, pero que se sepa también oponer y balancear el equilibrio de fuerzas entre las ramas del poder público.
–¿Cómo inciden estas elecciones dentro de la guerra?
–Los colombianos queremos un cambio que sea pacífico, aunque el comportamiento electoral de los votantes en la elección del Congreso es muy curiosa, porque terminan eligiendo a muchos que no les gustan, porque se ha convertido en una especie de trueque de votos por favores. Una gran parte de la capacidad de decisión del Congreso es que haya una alta votación en estos comicios, que se enfrente esa voluntad nacional de defensa de la democracia. Creo que eso está garantizado: los colombianos no quieren un cambio violento y esperamos que el cambio pacífico sea una expresión clara en la votación por figuras independientes para el Congreso.
–¿A qué le atribuye la dispersión que hay de candidatos y votos?
–A la historia política de los últimos años. La búsqueda de pluralismo llevó a que se pudiera dar la situación en que se pueda inscribir prácticamente cualquier persona como candidato. Los propios partidos históricos que son mayoritarios se han dispersado en lo que llamamos aquí “pequeñas microempresas electorales”. Una de las cosas que hay que corregir es en la dirección de una reforma política urgente. Ya el pluralismo es una realidad, lo que necesitamos ahora es que también se premie a la agrupación, para que el pluralismo sea entre agrupaciones y no prácticamente entre individuos como sucede hoy.
–¿Esto deslegitima el sistema político colombiano?
–Vendría a deslegitimar la democracia, como institución básica de la política colombiana, pero hace necesarias unas transformaciones serias de la manera de hacer política, de la función de lo político. Porque en el fondo, los colombianos no quieren a la guerrilla, no quieren a los paramilitares, pero tampoco quieren al establishment colombiano. El cambio pacífico puede venir de agentes de cambio como fuimos nosotros a través de los años. –¿Usted cree que se reflejará el fenómeno del favorito presidencial, Alvaro Uribe Vélez, y conseguirá base en el Congreso?
–Hasta ahora las encuestas no lo muestran así, los candidatos uribistas no están entre los primeros. Por supuesto que hay que esperar al conteo de votos.
–¿Entonces no ve el domingo una muestra de lo que va a pasar el 26 de mayo en las elecciones presidenciales?
–No, para nada. Está claramente diferenciado el comportamiento electoral en las elecciones del Congreso que las presidenciales. Las parlamentarias están muy interferidas por la compra de votos y las opiniones clientelistas; en cambio, las presidenciales están más marcadas por el voto de opinión; además muchos votantes van a elegirnos porque nos ven como un posible contrapeso desde el Congreso a los excesos de poder del presidente de la República.
–¿Estos comicios son una prueba político militar para las FARC?
–No, porque ellas saben que la perderían, y por eso no se la han ni siquiera autoimpuesto.
–¿Qué piensa de que las FARC hayan declarado como objetivo militar al congresista indígena Jesús Piñacué y a once alcaldes?
–Hay una ya vieja disputa entre los indígenas en una región colombiana que se llama el Cauca y las FARC no respetan a las autoridades indígenas. Y, por supuesto, que es un gran error de las FARC amenazar a Piñacué como objetivo militar, porque es una figura muy popular en el país.
–Los paramilitares declararon que apoyarán a algunos candidatos porque aspiran a tener un 30 por ciento de legisladores en su misma línea, ¿esto se refiere a Uribe?, ¿obtendrían legitimación?
–Los paramilitares dominan regiones grandes del norte del país y allí están apoyando a candidatos que ni siquiera son propios, son de partidos tradicionales –liberales o conservadores– que han terminado aceptando el apoyo de los grupos paramilitares. Ahí no hay un fenómeno de emergencia, de sectores paramilitares como tales.
Entrevistas: Mercedes López San Miguel