Martes, 28 de abril de 2015 | Hoy
EL MUNDO › LA MUERTE DE UN JOVEN AFROAMERICANO MIENTRAS ESTABA DETENIDO REAVIVó EL ESTALLIDO SOCIAL
Freddie Gray, 25 años, murió hace dos semanas a causa de una seria herida en la espina dorsal mientras estaba bajo custodia policial. Ayer, manifestantes incendiaron patrulleros, saquearon comercios y chocaron con la policía.
En un nuevo estallido de tensión racial vinculado a la brutalidad policial en Estados Unidos, manifestantes vandalizaron ayer la ciudad de Baltimore, arrojando piedras y botellas a la policía, incendiando y destruyendo patrulleros y saqueando comercios luego del funeral de un joven negro muerto en custodia policial.
La policía de Baltimore, en el noreste de Estados Unidos, dijo que al menos siete agentes resultaron heridos, entre ellos uno que quedó inconsciente, luego de los disturbios, que ocurrieron cerca de un shopping no lejos de la iglesia bautista donde tuvo lugar el funeral del joven Freddie Gray, de 25 años, muerto hace dos semanas a causa de una seria herida en la espina dorsal mientras estaba bajo custodia policial.
En el segundo día consecutivo de violencia callejera por la muerte de Gray, imágenes de televisión mostraron a cientos de policías antimotines locales y estatales que pugnaban por restaurar el orden ante una multitud de manifestantes, en su mayoría jóvenes afroamericanos, que se negaban a cumplir las órdenes de dispersarse.
En un punto, decenas de hombres destruyeron un patrullero blanco, saltando sobre su capot y sobre su techo y golpeándolo repetidas veces con palos. La situación duró hasta que un blindado policial acudió al lugar, donde uno de los agresores fue detenido y tirado al piso por agentes tras salir del auto e intentar huir corriendo.
“Hemos visto a oficiales heridos durante el curso del día. Tienen huesos rotos, uno está inconsciente”, dijo el capitán de policía Eric Kowalczyk en conferencia de prensa, al tiempo que advirtió que las fuerzas del orden utilizarán “los métodos apropiados para asegurar” la seguridad de la comunidad, mencionando específicamente el empleo de gases lacrimógenos.
La cadena CNN dijo que uno de sus camarógrafos fue herido y sacado del lugar de los disturbios en una ambulancia, mientras que medios locales mostraron que varios jóvenes fueron detenidos por la policía. La agencia de noticias rusa Sputnik afirmó que manifestantes saquearon un banco, pero la información no fue confirmada oficialmente.
La violencia llegó luego del funeral de Gray y de que aparecieran mensajes en las redes sociales anunciando una “purga” al término de las clases en las escuelas locales, una palabra que en la jerga callejera de Baltimore, en el estado de Maryland, equivale a disturbios. El temor a los desórdenes provocó el cierre del campus céntrico de la Universidad de Maryland y de varios comercios.
Más temprano, miles de personas se congregaron en la iglesia bautista para despedir los restos de Gray, quien murió el 19 de abril de heridas severas, una semana después de su arresto en Baltimore. Sus familiares, amigos y vecinos acusan a la policía de no haber brindado asistencia médica a Gray durante su detención, lo que habría provocado su muerte.
Su fallecimiento fue el último de una reciente serie vinculada con la brutalidad policial y las tensiones entre la policía y los afroamericanos en varias ciudades del país, incluyendo la del adolescente Michael Brown en agosto pasado en Ferguson, Missouri, donde fue baleado por un policía blanco mientras estaba desarmado.
La muerte de Gray desató protestas en Baltimore durante el fin de semana, y la policía dijo que unas 34 personas fueron detenidas y seis oficiales resultaron heridos en hechos de violencia callejera desde entre ayer y el sábado por la noche.
Amigos, familiares y extraños se sumaron a los funerales y al entierro de Gray, quien yacía en un ataúd junto a una gorra del equipo de béisbol Los Angeles Dodgers. Entre los asistentes, muchos de ellos vestidos de blanco, se encontraban los familiares de Eric Gardner, el afroamericano que murió el año pasado en Nueva York a manos de la policía, así como varios altos funcionarios de la Casa Blanca. Dentro del templo colgaba una pancarta que rezaba: “Las vidas de los negros importan y todas las vidas importan”.
Este nuevo caso volvió a reabrir las heridas entre la comunidad afroamericana, que tras la muerte de Brown en Ferguson denuncia que existe un notorio uso desproporcionado de la fuerza por parte de los agentes policiales respecto de la población negra.
La alcaldesa de Baltimore, Stephanie Rawlings-Blake, emitió un “llamado a la paz”. “Nos definimos por cómo respondemos y espero que, en la medida en que los ojos del país están puestos en Baltimore, se vea muy claramente que ésta es una comunidad que está dispuesta a enfrentar temas difíciles, que está dispuesta a exigir la rendición de cuentas, y que también exige la paz y el progreso al mismo tiempo”, dijo la alcaldesa.
La ciudad de 620.000 habitantes, que cuenta con casi dos tercios de la población de etnia negra, tiene una larga historia de tensiones entre la policía y la comunidad afroamericana, una herida que se ha reabierto a raíz de la muerte de Gray.
En su rueda de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, rehusó hacer comentarios sobre las circunstancias en que murió Gray para no “interferir” en la investigación, y recordó que el Departamento de Justicia ya está recopilando información sobre lo ocurrido. Sobre las tensiones de los últimos meses entre la policía y las comunidades afroamericanas en varios puntos del país, Earnest reiteró que afrontar este problema requiere del “compromiso” de las autoridades y agentes locales, y es algo que el gobierno federal “no va a resolver por sí solo”.
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