Martes, 15 de septiembre de 2015 | Hoy
EL MUNDO › EL BLOQUE AúN NO ACORDó LAS CUOTAS OBLIGATORIAS DE MIGRANTES QUE DEBERíA RECIBIR CADA PAíS
En la cumbre de ministros de Interior, la UE lanzó el plan militar contra los traficantes del Mediterráneo. No avanzó en nuevas medidas para enfrentar la crisis. Países del centro y del este europeo restablecieron los controles fronterizos.
Por Elena Llorente
Pese a que se esperaban más medidas concretas para afrontar la crisis migratoria, la reunión de ministros del Interior de los 28 países miembros de la Unión Europea (UE) que se hizo ayer en Bruselas decidió dar comienzo a la Fase 2 del plan naval –ya aprobado hace algunos meses–, que prevé el uso de la fuerza contra los traficantes de seres humanos en el Mediterráneo. También decidió aceptar otros 120.000 refugiados, tal como había propuesto el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker. Pero de la reunión no surgieron, como en cambio se esperaba, las cuotas obligatorias de inmigrantes que debería recibir cada país. Sobre este punto por lo visto todavía no hay acuerdo. Algunos países, como Hungría, se oponen vivamente a la llegada de los migrantes. Otros, como España, han cambiado la actitud reticente que tenían hace algunos meses. Pero el tema sigue sobre la mesa, sin una solución verdadera por ahora. Más aún, países del centro y del este europeo, entre ellos Alemania e Hungría, responden a la afluencia de migrantes restableciendo los controles fronterizos.
La misión militar en el Mediterráneo, por su parte, dará que hablar. Apenas fue aprobado el plan, hace algunos meses, numerosos defensores de derechos humanos salieron a decir que no era una solución porque los traficantes usarían otros medios o caminos para seguir con su negocio. El plan naval europeo, denominado EuNavForMed, prevé un encuentro el próximo miércoles con los representantes de cada país para determinar los medios que pondrán a disposición. Se trata principalmente de naves pero también de aviones, drones y submarinos. El plan tiene previsto contar con 13 naves, seis de las cuales ya están cumpliendo funciones de rescate en el Mediterráneo. Esta nueva fase del plan contra los traficantes prevé la búsqueda, el abordaje, la inspección y el secuestro de las barcazas o lanchas inflables que anden por el Mediterráneo y el arresto de los traficantes. A menudo los traficantes, o sus colaboradores, conducen las barcas porque ellos mismo quieren llegar a Europa y pasar desapercibidos, tal vez porque aquí tienen sus contactos y pueden transformarse en traficantes vía tierra, como se ha visto en Alemania y Austria, donde se han descubierto varios camiones frigoríficos con más de 30 personas dentro. El descubrimiento del primero de ellos, hace unos 15 días, fue dramático porque el camión estaba abandonado en una ruta de Austria y dentro estaban todos muertos.
La operación marítima, que debería comenzar a principios de octubre, se llevará a cabo a más de 12 millas marinas de distancia de las costas de Libia, dado que la mayoría de estas barcazas parten de puertos de ese país. Más adelante, según como evolucione la situación política del país árabe hoy dividido entre dos gobiernos y con las fuerzas del estado islámico que avanzan, la operación se podría llevar a cabo también en aguas territoriales libias. Pero para eso se requeriría una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Los migrantes que en esta Fase 2 del plan naval europeo sean salvados en el Mediterráneo, serán traídos y registrados en Italia. Y los traficantes también, para ser procesados en la península.
Pese a que oficialmente no se dieron a conocer cuotas de refugiados asignadas a cada país, algunos países como España, que en julio se había manifestado muy reticente diciendo que aceptaría sólo 2800 refugiados, ayer, por boca de su ministro Jorge Fernández Díaz, hizo saber que aceptará 15.000. “Es necesario crear una política europea para el asilo y un Plan Marshall para Africa, para así poder atacar las raíces de las migraciones económicas”, declaró.
El Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, de su lado, al abrir ayer en Ginebra la 30ª Sesión de este Consejo de la ONU, pidió a los países europeos que aprovechen en favor de refugiados y migrantes, su natural disposición para de ayudar a la gente común, y poner así en acción una política que incluya “canales de inmigración regulares y medidas de reinserción”. “Tenemos necesidad de canales de migración regulares y de reinserción, dos medidas que podrían reducir el número de muertos y reducir el contrabando” de seres humanos, dijo Zeid Ra’ad Al Hussein, que es jordano y el primer árabe y musulmán al frente de este comité de la ONU.
El pasado fin de semana llegaron 19.100 migrantes a Munich, en Alemania, mientras otros 5800 llegaron a Hungría en 24 horas y cerca de 6000 a Macedonia. Tampoco se evitan los naufragios. El último fue hace tres días en el mar Egeo. Murieron 34 personas cuando una barcaza con más de 100 de ellos comenzó a hundirse. De los muertos casi la mitad eran niños.
Alessandro Bechini, director de la sección italiana de Oxfam (Comité Oxford para aliviar el Hambre), una confederación de 17 organizaciones internacionales que trabajan en 94 países, en declaraciones a la prensa pidió ayer a los líderes europeos “que no esperen ni un minuto más y adopten un plan de acción para responder a las necesidades más esenciales de las personas que llegan a Europa”. Y agregó un dato muy importante: los 500.000 inmigrantes que han llegado desde enero, representan apenas el 0,1 por ciento de la población Europea que son 500 millones. “Por lo cual no se puede hablar de una invasión ni de una crisis europea. Europa tiene los medios para acogerlos”, subrayó, en tácita alusión a grupos de derecha que hablan de una “invasión” de extranjeros y de una “amenaza” para Europa.
Y a los números aportados por Bechini para disipar el miedo creado hacia los migrantes, se agregan algunos datos publicados por la prensa italiana: en Italia los extranjeros que trabajan legalmente son 2,7 millones, representan el 11 por ciento de la fuerza de trabajo y producen el 9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Y trabajan en los campos, en las fábricas, en los negocios y sobre todo dentro de las familias, como empleadas domésticas o asistentes para cuidar ancianos.
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