Miércoles, 4 de noviembre de 2015 | Hoy
EL MUNDO › EL POLíTICO CHIíTA AHMED CHALABI FALLECIó A LOS 71 AñOS EN BAGDAD
Chalabi aportó datos erróneos sobre las supuestas armas de destrucción masiva en poder de Saddam Hussein, que justificaron la acción militar en 2003. Fue viceprimer ministro iraquí entre abril de 2005 y mayo de 2006.
El iraquí Ahmed Chalabi, uno de los principales instigadores de la invasión a su país por parte de Estados Unidos en 2003, acusado tiempo después de suministrar informaciones falsas sobre las armas de destrucción masiva, falleció ayer a los 71 años. El Parlamento iraquí anunció que el político chiíta falleció de una crisis cardíaca en Bagdad. Chalabi jugó un papel clave en el trabajo de desinformación y propaganda previo a la invasión norteamericana, siendo la persona que aportó datos erróneos sobre las supuestas armas de destrucción masiva en poder de Saddam Hussein que justificaron la acción militar lanzada por Washington.
Nacido en 1944 en una familia acomodada de Bagdad, Ahmed Chalabi se fue de Irak con su familia después de la revolución que en 1958 derrocó al rey Faysal II. Desde ese año, el profesor de matemáticas, diplomado de la Universidad de Chicago y del Massachusetts Institute of Technology, vivió más tiempo entre Estados Unidos y Gran Bretaña que en su país. En 1992, Chalabi federó en el exilio a varios movimientos de diferentes comunidades iraquíes, principalmente árabes chiítas y sunnitas, y kurdos en el Congreso Nacional Iraquí (CMI). Un año más tarde se instaló en el Kurdistán iraquí, que gozaba de una autonomía de hecho, desde donde, con el apoyo de los servicios secretos estadounidenses, organizó dos años más tarde una ofensiva contra Hussein. Entonces la operación fracasó y Chalabi decidió volver a Estados Unidos.
A pesar de los graves antecedentes judiciales en su contra por corrupción y malversación de fondos, particularmente en Jordania, Chalabi logró estrechar relaciones con los halcones del Departamento de Defensa de Estados Unidos y el vicepresidente Dick Cheney durante el mandato de George W. Bush, que lo identificaron como uno de los principales dirigentes de la oposición en el exilio. Chalabi, por su parte, respondió a semejante reconocimiento aportando un sinnúmero de informaciones, en particular aquellas referidas a la existencia de arsenales que contenían armas de destrucción masiva en Irak, argumento que fue utilizado para justificar la invasión. Varios miembros del gobierno de Bush aspiraban a que Chalabi y el Consejo Nacional Iraquí (CNI) tomasen el poder, como gobierno transitorio, luego de la caída de Hussein.
Sin embargo, su partido sufrió de una mala imagen y en 2004 Chalabi fue acusado de fraude y de entregar informaciones a Irán. En junio de ese año, el otrora favorito del Pentágono para encabezar el gobierno de transición de Irak fue investigado por haberle filtrado a Teherán códigos secretos de seguridad que habían sido descifrados por Estados Unidos. Según el diario The Washington Post, investigaciones llevadas a cabo por el Pentágono indicaban que Chalabi había manifestado al jefe de la oficina en Bagdad del Ministerio de Inteligencia y Seguridad de Irán que Estados Unidos leía las comunicaciones codificadas de los espías iraníes (unas de las más sofisticadas en Medio Oriente) y que él se había enterado de eso a raíz de una conversación que tuvo con un funcionario estadounidense que, pasado de copas, le había hecho esa confesión. Información que privaría a Estados Unidos de una de sus fuentes de espionaje más importantes sobre Irán.
Tiempo después, y desde la ciudad iraquí de Nayaf, Chalabi calificó de estúpidas las informaciones de que él o alguno de sus colaboradores pasaron la información a Irán.
Pese a la negativa de Chalabi, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) puso en marcha un operativo para determinar quién, dentro del gobierno estadounidense, le reveló a Chalabi la información. Y aunque Condoleezza Rice no quiso entrar en detalles sobre la historia que ocupaba las páginas de los principales diarios norteamericanos de ese momento, la consejera de Seguridad Nacional afirmó que si había algo contundente en contra de Chalabi, debía ser investigado. Las declaraciones de Rice confirmaron la caída en desgracia del responsable del CNI quien, durante la preparación de la guerra y la primera etapa de la transición iraquí, había sido uno de los mejores aliados de Washington.
La presunta traición de Chalabi saltó a la luz en mayo de 2004, lo que llevó a efectivos estadounidenses a registrar su domicilio y sus oficinas, a incautar computadoras y documentos en busca de pruebas que demostraran que había pasado informaciones secretas a Irán. La redada se produjo dos días después de que el Pentágono confirmara la suspensión de los pagos secretos al CNI, que sumaban 340.000 dólares mensuales.
Chalabi fue viceprimer ministro iraquí entre abril de 2005 y mayo de 2006, cuando estuvo al frente del estratégico Ministerio del Petróleo. Luego fue electo diputado y ocupó la presidencia de la Comisión de Finanzas hasta su fallecimiento. Después de la invasión estadounidense, Chalabi fue uno de los principales impulsores de la “desbaasificación”, es decir la exclusión de la administración de los cuadros y militantes del partido Baas (Partido del Renacimiento Arabe Socialista) de Hussein de la administración y de escena pública. Esa política nutrió la rebelión de la población sunnita contra la ocupación estadounidense. Algunos analistas consideran que eso contribuyó, años después, a sentar las bases del grupo jihadista Estado Islámico (EI), que en 2014 conquistó varias ciudades y territorios en Irak y en Siria.
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