Miércoles, 4 de noviembre de 2015 | Hoy
EL PAíS › LA CáMARA SEPARó AL JUEZ DE LA CAUSA POR EL MEMORáNDUM CON IRáN
Ante una recusación del Gobierno, una sala de la Cámara Federal de Casación Penal consideró que no está garantizada la imparcialidad del juez Juan Carlos Gemignani, uno de los miembros de la sala que debe resolver sobre la constitucionalidad del memorándum.
Por Irina Hauser
En base a un planteo del Estado, una sala de la Cámara Federal de Casación Penal integrada por conjueces decidió apartar de la causa sobre el Memorándum de Entendimiento con Irán al juez Juan Carlos Gemignani. Hace meses que este expediente está paralizado y enredado incluso en peleas internas del propio tribunal que derivaron en el fallo de ayer. Según Norberto Frontini y Roberto Boico (los jueces interinos), no está garantizada ahora la imparcialidad de Gemignani, quien había denunciado penalmente a su colega Ana María Figueroa, lo que derivó en una escalada de tensiones en la Cámara. Ahora, la sala que debe resolver sobre la validez constitucional del acuerdo estará integrada por ella, Figueroa y Angela Ledesma, y deberán sortear otro juez, entre los mismos conjueces que resolvieron en esta ocasión, porque los demás –de hecho– no pueden pronunciarse porque están recusados o excusados.
Los jueces primero tuvieron que resolver si Figueroa podía fallar sobre la recusación de su colega Gemignani, siendo que él la había denunciado. Ella decía que no, que le generaba violencia moral. Los conjueces aceptaron. Ledesma votó en disidencia. Es decir, Figueroa quedó al margen de la decisión sobre la recusación, pero no de la discusión de fondo sobre el acuerdo con Irán.
El Memorándum de Entendimiento se firmó el 27 de enero de 2013. El Gobierno explicó que el acuerdo pretendía proporcionar un mecanismo para que fueran indagados los sospechosos iraníes que tienen pedido de captura por el atentado a la AMIA, pero que nunca fueron detenidos. Se suponía que sería una herramienta para avanzar con la causa. Casación debe evaluar la validez constitucional del pacto. El mayor enredo comenzó en junio. Había una sala constituida para resolver el tema: Figueroa, Gemignani y Luis Cabral. Habían convocado a una audiencia para anunciar su decisión el 22 de junio, pero de pronto la postergaron para el 30. En el ínterin, el Consejo de la Magistratura dio por terminada la suplencia de Cabral, y designó a su reemplazante, el conjuez abogado Claudio Marcelo Vázquez, y el mismo día nombró a Boico y Frontini en otras dos vacantes de Casación.
Después, Cabral inició una batalla judicial y, si bien no consiguió que lo repongan, logró correr a Vázquez, decisión que tomó la Corte Suprema. En el ínterin volvió de una larga licencia la jueza Ledesma. Al final en la sala quedó Figueroa como jueza subrogante, Ledesma en su lugar de siempre y Gemignani, que era el único que había presentado un voto ante sus pares, por la inconstitucionalidad del Memorándum. En medio de todo este intríngulis fueron pasando los meses y el tironeo de fondo más fuerte fue por la aplicación de la ley de subrogancias aprobada este año, por la cual es el Consejo de la Magistratura el que nombra a los subrogantes y decide si poner conjueces, y ya no son las Cámaras. Figueroa, como presidenta de Casación, siguió el criterio de aplicar la ley hasta que haya sentencia firme. Gemignani la acusó de abuso de autoridad y violación de deberes por incumplir –sostuvo– el fallo de la Cámara en lo Contencioso Administrativo que pedía desplazar a Vázquez.
En este contexto, el Gobierno recusó a Gemignani. Partieron de su denuncia contra Figueroa para mostrar un estado de conmoción en la Cámara: primero un juez que denuncia a la presidenta del tribunal y un conjuez, luego Figueroa que no quiere opinar sobre su recusación. Boico y Frontini respaldaron la argumentación porque creen que reina una situación anormal o extraordinaria que se proyecta sobre las partes. Los “múltiples reclamos de parcialidad” y las “denuncias criminales entre pares” muestran “un estado de situación intolerable para la marcha de los asuntos judiciales”, dijeron los conjueces. Para ellos, este escenario “exige adoptar” una “solución componedora” “tanto de la conflictividad denunciada por los integrantes de la Sala, como de la garantía de imparcialidad de los jueces que asiste a las partes”. Ledesma votó en disidencia porque cree que si no interviene en la recusación, tampoco puede hacerlo en el resto de la causa.
Ahora hay que ver qué otro conjuez integra la sala para fallar algún día sobre el Memorándum. Sólo podrían ser Boico y Frontini, porque el resto de la Casación no puede intervenir en nada que tenga que ver con el ataque a la AMIA, por haber sido cuestionados o haberse excusado por alguna razón.
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