Miércoles, 4 de noviembre de 2015 | Hoy
EL MUNDO › EL CONSEJO DE ETICA ABRIó UN PROCESO EN CONTRA DEL JEFE DE DIPUTADOS Y ENEMIGO POLíTICO DE DILMA
Gracias a su inmunidad parlamentaria, hasta ahora ningún juez ordinario lo había procesado pese a las evidencias que lo sindican como partícipe en el escándalo de corrupción a expensas de la petrolera estatal Petrobras, el “Petrolao”.
Por Darío Pignotti
Página/12 En Brasil
Desde Brasilia
Revés en las filas golpistas. Eduardo Cunha, titular de la Cámara de Diputados y encarnizado enemigo de la presidenta Dilma Rousseff, sufrió un traspié político ayer cuando el Consejo de Etica abrió un proceso en el que se lo acusa de haber violado el decoro parlamentario. Si ese organismo lo hallara culpable, Cunha podrá perder su fuero así como la inmunidad jurídica. Gracias a ella ningún juez ordinario lo procesó hasta ahora pese a las evidencias que lo sindican como partícipe en el escándalo de corrupción a expensas de la petrolera estatal Petrobras, el “Petrolao”.
Cunha, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), y el opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) se aliaron a principios de año con el propósito de derrocar a Dilma, reelecta en 2014, a través de un juicio político que debía ser sustanciado en el Legislativo.
Para justificar la estrategia destituyente en el Congreso y en las calles, donde se realizaron tres movilizaciones importantes, los enemigos de Dilma se apoyaban en el “Petrolao”, aunque no haya indicios de corrupción que salpiquen a la mandataria.
Ese intento de “golpe a la paraguaya”, según la definición de Rousseff, seguramente perderá envión con la causa que desde ayer se tramita contra Cunha, él sí manchado de dinero sucio. La denuncia contra el jefe de la Cámara de Diputados fue presentada por el Partido Socialismo y Libertad, una fuerza de izquierda surgida de disidentes del PT, y la Red de Sustentabilidad, la agrupación ecologista de Marina Silva.
La acusación de violación del decoro se basa en que el imputado afirmó en marzo, bajo juramento, no ser titular de cuentas en el exterior. Todos sabían que era mentira, pero nadie se atrevió a desafiarlo, ni siquiera el PT.
El partido de Lula y Rousseff estaba arrinconados entre las presiones parlamentarias y el ascenso golpista que se vivía en el primer trimestre del año, cuando por primera vez más de un millón de personas se movilizaron al grito de “Fuera Dilma”.
Meses después de aquella tempestad destituyente Cunha comenzó a perder credibilidad: empresarios y lobistas procesados en el “Petrolao” coincidieron en que él era la clave del engranaje mafioso montado contra Petrobras y finalmente en septiembre la Justicia de Suiza informó que Cunha tenía cuatro cuentas secretas en las que lavó dinero. Y con esos fondos vacacionó a lo rey en Miami y París, creó empresas de fachada como Jesus.com y su familia se pasea por Río de Janeiro en dos Porsches. El prontuario no se acaba allí: la semana pasada surgieron indicios de que recibió millones de reales pagados por empresas para modificar un proyecto de ley sobre subsidios. Frente a tantas evidencias, la Procuraduría General de la República abrió dos investigaciones contra el legislador del PMDB.
¿Esto significa que Cunha y la cruzada destituyente contra Dilma están con los días contados? “No pienso renunciar” reiteró ayer Cunha cuando lo consultaron sobre su futuro político. Después recordó que hay unos “100 o 150” diputados que, al igual que él, están investigados o procesados en la Justicia.
En ese grupo de congresistas, conocido como del “bajo clero”, Cunha tiene su tropa, que le es leal por convicciones, muchos son evangélicos como él, o complicidad: saben que si Cunha cae, hará circular información comprometedora contra ellos. Y todos pueden terminar en el calabozo.
Luego de haber iniciado ayer el proceso por falta de decoro parlamentario, el Consejo de Etica tiene que definir hoy quién será el relator del caso. Hay tres candidatos, uno del PT y dos de partidos evangélicos ligados a Cunha, lo que demuestra que aún maneja los hilos del Legislativo.
Es plausible suponer que el Consejo avance lentamente y el veredicto se postergue hasta después del Carnaval, un tiempo político valioso para el acusado. Que no está muerto, como tampoco lo está el plan para destituir a Dilma.
Mientras tanto habrá que aguardar para saber si la presidenta recupera la gobernabilidad y si las clases medias mantienen vivo el ardor golpista o se repliegan ante la falta de legitimidad de Cunha y sus socios para enarbolar banderas éticas.
Brasilia, ciudad política por antonomasia, está entre las ciudades brasileña donde tiene mayor éxito la serie House of Cards, sobre las intrigas de poder en Washington. Entre los seguidores de la tira están la presidenta Dilma, su vice Michel Temer, Eduardo Cunha y un gran número de parlamentarios que suelen comentar las vicisitudes del personaje Frank Underwood, encarnado por el actor Kevin Spacey. En el bloque de diputados del Partido Movimiento Democrático Brasileño hay quienes en lugar de hablar del último capítulo de House of Cards mencionan House of Cunha, haciendo un paralelo con el jefe de la Cámara baja.
Indagado por el diario Valor sobre su parecido con el arribista Frank Underwood, el carioca Cunha consideró “absurdo” trazar paralelos. Y demostrando, o fingiendo, un cierto enojo, el diputado declaró “yo vi esa serie y el tipo (personaje) es un asesino, un corrupto y un homosexual, no puedo aceptar esa comparación, es ofensiva”.
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