Jueves, 7 de enero de 2016 | Hoy
EL MUNDO › CONVOCARON A SUS EMBAJADORES EN TEHERAN EN APOYO A ARABIA SAUDITA
La crisis diplomática, que podría arrastrar una vez más a Medio Oriente a un nuevo conflicto regional, comenzó el sábado pasado, cuando Riad ejecutó al clérigo chiíta Nimr Baqir al Nimr y a otros 46 condenados a muerte.
El gobierno de Qatar llamó a consultas a su embajador en Irán “tras los asaltos a la embajada saudita en Teherán y el consulado en Mashhad”, informó la Cancillería. También Jordania convocó ayer al embajador iraní en Amman para transmitirle su condena por los asaltos a las sedes diplomáticas sauditas en Irán y sus críticas a la supuesta injerencia de Teherán en los asuntos internos de Arabia Saudita y otros países árabes. La crisis diplomática, que podría arrastrar una vez más a Medio Oriente a un nuevo conflicto regional, comenzó el sábado pasado, cuando en un hecho inesperado, Arabia Saudita ejecutó a 47 condenados a muerte, entre ellos al influyente clérigo chiíta Nimr Baqir al Nimr.
En apoyo a la ofensiva diplomática saudita, otros gobiernos sunnitas como los de Bahrein y Sudán dieron el mismo paso y cortaron sus lazos diplomáticos con Teherán, al que acusaron de injerencia en los asuntos internos de los países de la región. Por su parte, el Ejecutivo de Emiratos árabes Unidos (EAU) redujo su representación oficial en Irán al nivel de encargado de negocios, y Kuwait, al igual que Qatar, llamó a su embajador en Teherán a consultas.
La República Islámica de Irán instó ayer a Arabia Saudita a bajar la tensión generada por la crisis entre los dos países, en tanto que 54 funcionarios y familiares iraníes llegaron a Teherán, tras la decisión de Riad de romper relaciones diplomáticas y comerciales. El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, también acusó a Arabia Saudita de apoyar al terrorismo, y le instó a unirse a su país para enfrentarse a esta lacra.
En una rueda de prensa conjunta con su homólogo iraquí, Ibrahim al Yafari, Zarif añadió que Riad debe cesar de “crear tensiones en la región”, en alusión a la ruptura de lazos diplomáticos entre ambos países. Además, Zarif subrayó que Teherán no pretende crear conflictos en la zona, sino “sostener la unión del mundo islámico ante los enemigos jurados del Islam, incluido los sionistas (Israel)” y los extremistas como la milicia del Estado Islámico y Al Qaida. Los radicales se aprovechan del nombre del Islam “para llevar adelante sus sucios objetivos”, agregó Zarif, que criticó la supuesta cooperación de Arabia Saudita con Israel en contra de Irán en los últimos dos años y medio.
Irán, Irak y Bahrein son los únicos países musulmanes con una población mayoritaria de chiítas, una rama minoritaria del Islam. Mientras el pequeño reino de Bahrein está gobernado por una monarquía sunnita, aliada de Riad, en Bagdad y Teherán las autoridades nacionales son chiítas.
La crisis diplomática comenzó el sábado, cuando Arabia Saudita ejecutó a 47 condenados a muerte de forma simultánea con sables y fusiles. Las víctimas eran extremistas sunnitas, muchos de ellos miembros de Al Qaida, pero también incluyeron a cuatro disidentes chiítas, entre ellos Nimr Baqir al Nimr.
El jeque chiíta fue una de las caras visibles de las protestas antigubernamentales de 2011 y 2012, inspiradas en los levantamientos conocidos como la Primavera Arabe, que por entonces sacudían a muchos de los países vecinos, inclusive derrocando a longevos gobernantes autoritarios. Al Nimr se había convertido en los últimos años en un símbolo de lucha para muchos chiítas en Medio Oriente, por eso su muerte provocó un repudio masivo y una ola de protestas en Irán, Irak y Bahrein.
Las manifestaciones más fuertes se vivieron en Irán, en donde una multitud iracunda terminó incendiando la embajada saudita en la capital, Teherán, al tiempo que otro grupo atacó el consulado de la monarquía en el norte del país.
Pese a que el presidente iraní, Hasan Rohani, repudió los ataques a las sedes diplomáticas sauditas, la máxima autoridad del país persa, el ayatolá Ali Jamenei, prometió públicamente un “castigo divino” contra la monarquía sunnita por matar al referente chiíta.
Como represalia por estos ataques, Riad rompió relaciones diplomáticas y comerciales con la República Islámica y suspendió todos los vuelos entre los dos países. Un día después dos de sus socios más cercanos, Bahrein y Sudán, siguieron sus pasos y rompieron relaciones con Teherán, mientras que Emiratos Arabes Unidos, otra monarquía del Golfo Pérsico, retiró a su embajador de Irán.
Más tarde, una tercera monarquía de esta región rica en petróleo y con muy buenas relaciones con las potencias occidentales, Kuwait, llamó a consultas a su embajador en Teherán, y ayer Qatar hizo lo mismo.
Además, la monarquía de Jordania y Turquía reiteraron ayer que las 47 ejecuciones del fin de semana pasado, especialmente la que terminó con la vida del clérigo, son un “asunto interno de Arabia Saudita” y ningún país puede involucrarse.
En este contexto de creciente tensión, Arabia Saudita ya convocó sesiones extraordinaria del Consejo de Cooperación del Golfo, el próximo sábado, y de la Liga Arabe, al día siguiente.
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