La presidenta Dilma Rousseff expresó ayer la esperanza de que los Juegos Olímpicos sirvan para apaciguar las tensiones en Brasil, aunque su llamado tiene pocas chances de influir en el rápido avance del proceso de impeachment que amenaza a su mandato.

Rousseff, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), se ha esforzado en las últimas semanas por mantener su agenda de trabajo, en un clima político enardecido, aunque debió modificar sus compromisos internacionales. El Comité Olímpico griego informó ayer que la mandataria había cancelado su participación en la ceremonia de encendido de la antorcha olímpica a fin de mes en Atenas, un acto de fuerte simbolismo de cara a los juegos que se celebrarán en Río de Janeiro del 5 al 21 de agosto. En marzo había anulado un viaje a Washington.

Los Juegos debían coronar los éxitos de Brasil antes de que el país se sumiera en la crisis y Rousseff no perdió la esperanza de que los brasileños empiecen por fin a prestar atención al evento, aunque el calendario del proceso de juicio de destitución no permite saber si en agosto seguirá siendo presidenta.

“Dentro de 25 días, la antorcha olímpica llegará a Brasil, va a pasar por 329 ciudades y en todos los rincones del país se la portará con orgullo. Y con ella, la gente empieza a darse cuenta de cuán próximos están los Juegos Olímpicos”, dijo Rousseff al inaugurar el Estadio Acuático Olímpico, en el oeste de Río. Rousseff, que alterna sus actividades oficiales con actos partidistas en los que denuncia una tentativa de “golpe de Estado”, también habló de la crisis y retomó su propuesta dialoguista planteada por primera vez el jueves.

“Si somos capaces de hacer unos Juegos Olímpicos, si somos capaces de hacer unos Juegos Paralímpicos, somos capaces de hacer también que nuestro país vuelva a crecer”, añadió.

La mandataria, ayudada por su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva, trata de ganar apoyos para desactivar el juicio de destitución que la oposición impulsa en el Congreso por supuesta manipulación de las cuentas públicas en 2014, año en que fue reelecta, y a inicios de 2015.

La Cámara de Diputados de Brasil todavía no tiene los votos necesarios para que avance al Senado el pedido de apertura de juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, según un sondeo del instituto privado Datafolha divulgado ayer. De acuerdo con los datos, el 60 por ciento de los legisladores votará a favor de la apertura del juicio, lo que equivale a 308 legisladores. Son 34 votos menos que los 342 que se necesitan para que la acción no sea archivada. Por otro lado, el 21 por ciento de los 291 diputados que respondieron a la encuesta dijeron que votarán en contra de la continuidad del proceso.

Los datos indican que el resultado de la votación, que según lo previsto se realizará el domingo 17 de abril, será definido por el 18 por ciento de los diputados que están indecisos o no dicen que van a votar. La crisis se ve periódicamente potenciada por investigaciones judiciales sobre el escándalo de Petrobras, que tiene al propio Lula y a políticos tanto de la oposición como del oficialismo en la mira. Anteayer un directivo de la constructora Andrade agravó la situación de la presidenta en una delación premiada dice haber aportado coimas al fondo de campaña de Dilma en las pasadas presidenciales.