Miércoles, 6 de julio de 2016 | Hoy
EL MUNDO › EL SOCIALISMO FRANCéS APURA LA APROBACIóN DE SU REFORMA LABORAL
Si la izquierda no logra conseguir en las próximas 24 horas los votos para pasar una moción de censura, anular la norma de la Carta Magna y hasta hacer caer al gobierno, la reforma irá al Senado para su aprobación definitiva.
El primer ministro francés, el socialista Manuel Valls, echó mano ayer por segunda vez a un artículo constitucional que le permite evitar el debate en la Cámara baja –un virtual “decretazo” según la oposición– y logró así enviar al Senado nuevamente su reforma laboral, mientras en las calles miles de manifestantes seguían resistiéndola.
“La estrategia de unos y de otros a menos de un año de las presidenciales no debe bloquear el país. No es intransigencia, pero en este momento difícil internacional y europeo, no quiero dejar que las divisiones alimenten las fracturas”, argumentó Valls antes de anunciar que volvería a invocar el artículo 49.3 de la Constitución.
Tras una reunión con su dividido grupo parlamentario, el premier les advirtió: “Basta de jugar. Yo no juego. Asumo mis responsabilidades en interés del país”, en alusión al fracasado intento de última hora para pactar alguna enmienda y unir el voto de sus propios compañeros de partido. El 10 de mayo pasado el premier ya había utilizado el artículo 49.3 para evitar quedar expuesto a las divisiones en su bancada en la Cámara baja y hacer pasar el proyecto de reforma, que entre otras medidas propone privilegiar las negociaciones salariales por empresa en vez de por sector productivo, al Senado.
Allí el proyecto de reforma recibió una media sanción –a pesar de tres meses seguidos de masivas protestas de sindicatos, estudiantes y la izquierda en general–, pero como la oposición conservadora le impuso varias enmiendas, el texto tuvo que volver a la Cámara baja.
Ayer la Asamblea Nacional también aprobó algunas modificaciones antes de que el gobierno invoque el artículo 49.3, así que, si la izquierda no logra conseguir en las próximas 24 horas los votos para pasar una moción de censura, anular la norma de la Carta Magna y hasta hacer caer al gobierno, la reforma irá al Senado para una segunda lectura, y en caso de no haber cambios, será aprobada definitivamente.
A la misma hora en que Valls anunciaba su decisión de aplicar nuevamente el artículo 49.3, las centrales sindicales daban inicio a la décima segunda jornada de protestas ante lo que calificaron como “la deriva autoritaria” del gobierno de Hollande, en un intento por relanzar la ofensiva que busca hace tres meses impedir la aplicación de la ley, rechazada por cerca del 70 por ciento de los franceses, según los últimos sondeos.
Solo en la capital francesa, 45.000 manifestantes, según los organizadores, y entre 6.500 y 7.500, de acuerdo a la policía, salieron a la calle en una protesta que no fue tan grande como algunas de los últimos meses, pero tuvo un fuerte componente de bronca e indignación por la decisión del gobierno de volver a recurrir a un mecanismo constitucional que la oposición de izquierda considerada “antidemocrático”.
El secretario general de la CGT, Philippe Martínez, aseguró que la decisión de ayer de Valls “reconoce de nuevo su fracaso” a la hora de generar consenso alrededor de la reforma laboral. “Siento repudio y esperanza, las dos al mismo tiempo. Repudio porque todo esto no tiene nada de democrático y esperanza porque creo que una moción de censura es posible”, dijo Steeve, un militante del sindicato Fuerza Obrera, al diario parisino Libération.
Sin embargo, la oposición de derecha, concentrada en el partido Los Republicanos, no tendría intención de prestar sus votos para aprobar una moción de censura y, potencialmente, hacer caer al actual gobierno socialista.
La decisión de ayer de Valls “no agarró a nadie de sorpresa. Vuelve a ser una huida hacia delante. Estamos ante un gobierno que jamás ha sido tan impotente y débil como ahora”, indicó, no obstante, el secretario general de Los Republicanos, Eric Woerth, en un comunicado.
Woerth advirtió que no le sorprendería que ahora “la ira y la violencia tomen la calle”, pero evitó amenazar con una caída del gobierno socialista, posiblemente porque su propia fuerza vive un momento de gran división interna de cara a las primarias presidenciales que realizarán en noviembre próximo y que aún no tienen a un favorito claro.
Pese a que el gobierno apuesta a que las protestas de los sindicatos, estudiantes y partidos de izquierda decaigan durante el verano, los gremios ya anunciaron que mantendrán acciones puntuales en los peajes –un punto estratégico cuando millones de franceses se vayan a la costa– o alrededor de la popular competencia de ciclismo Tour de France, este mes.
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