Ban Ki-moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se define como un cocinero. Dice que tiene sus propios secretos para hacer una comida deliciosa y asegura que como chef y “chief” (jefe) de la ONU está yendo en la dirección correcta. Siguiendo la metáfora culinaria cuenta que los principales ingredientes de su receta ganadora es una mezcla de perseverancia, flexibilidad y compasión por los más vulnerables. Tranquilo, sonriente, al ritmo de una voz muy suave, habla con el conocimiento de quien conduce la ONU desde hace diez años, período al que caracteriza como aquel que tuvo los mayores problemas en la historia de la humanidad. Mientras transita los últimos meses en su puesto, ayer concluyó su tercera visita a la Argentina. “Estoy orgulloso de decir que pudimos cumplir con las expectativas, a pesar de que haya una falta de satisfacción por parte de las personas que cuestionan si la ONU funciona correctamente”, advierte en un encuentro con representantes de seis medios de comunicación, entre ellos Página/12.

Ban Ki-moon fue elegido el 1º de enero de enero de 2007 por el órgano supremo de la ONU, la asamblea general, para ser el octavo secretario de la organización. En el 2011 fue reelegido para un segundo término. antes había fungido como embajador de Corea del Sur ante la ONU y Ministro de Relaciones Exteriores y Comercio de su país. A principios del año que viene será su sucesor o sucesora quien esté al mando. La semana pasada se realizó la segunda ronda de votación para seleccionar al futuro líder de la ONU, y en tercer lugar quedó la canciller argentina Susana Malcorra. Debido a que todos los secretarios generales fueron hombres, se instaló un gran debate en torno a que la próxima al frente debe ser una mujer. “Apoyo la idea de que mi sucesor debe ser una mujer. Es el momento adecuado para que el próximo secretario sea una mujer. Sin embargo, el secretario general se elige en base al mérito. No hay un criterio o regla que imponga restricciones en relación a la religión o al sexo. En mi experiencia, las mejores candidatas para ocupar puestos han sido mujeres. Aunque la decisión final proviene de los estados miembros”.

Ban Ki-moon cree que el gran problema que existe para la búsqueda de soluciones a los conflictos, es que la mayoría de los países asumen perspectivas nacionales y no globales, lo cual genera división. Esto afecta, entre otros asuntos, a la situación de los refugiados, drama que califica como un problema a nivel global y como la peor situación humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. “Tenemos 65 millones de personas desplazadas. Se convirtió en una situación inmanejable. Hay una masa enorme de refugiados entrando a Europa desde Siria, Somalia, Afganistán, Libia e Irak. El número es insostenible, por eso la ONU va a reunirse el 28 de septiembre con todos los líderes europeos y algunos asiáticos para tratar este problema”, adelanta en exclusiva a Página/12. El dilpomático coreano asegura que están trabajando para ver cómo compartir responsabilidades para ayudar a la gente que no tiene más opción que la de irse de sus hogares por el peligro inminente a sus vidas. “Estuve instando a todos a mostrar compasión para ofrecer refugio e instalar sistemas que salven vidas”.

A modo de análisis sobre el accionar de la organización en los últimos años, Ban admite que la ONU tuvo menos presencia en Latinoamérica debido a que el continente está en paz en comparación con otros. Si bien reconoce que existen tensiones y conflictos, evalúa que se vieron muchas situaciones positivas en la solución de los problemas. “Un caso es la situación en Colombia entre el gobierno y la guerrilla de la FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) con su proceso de paz. Otro ejemplo es que Cuba sea reconocida por Estados Unidos después de tantos años. También, las negociaciones para el diálogo que se están dando en Venezuela, que espero que rindan frutos”. A su vez, destaca la importancia de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, porque considera que movilizan instantáneamente pasión, energía, armonía y reconciliación. “Es una oportunidad para que los latinos estén orgullosos”.

En ese marco de las Olimpiadas, Ban hace un llamado al pueblo brasileño y al presidente interino Michel Temer. “Mi mensaje es que todo este festival de la humanidad no puede ser afectado por ningún problema constitucional y se tienen que comprometer seriamente con eso”, comenta en relación con la sesión del senado brasileño que comenzó ayer para votar si procesan a la suspendida presidenta Dilma Rousseff por supuestos delitos a la ley de responsabilidad fiscal. Esta acusación fue tomada por Rousseff como un golpe institucional. Además, la fiscalía federal determinó que las llamadas pedaleadas fiscales por las que se llevó a la mandataria a juicio de destitución en el Congreso, no configuran un delito. Dilma y millones de brasileños consideran que hubo una interrupción del orden democrático a través de la aplicación amañada de mecanismos constitucionales por parte de una elite golpista. En cambio Ban parece avalar o consentir la utilización de dichos mecanismos para voltear a la presidenta. “Es una crisis constitucional,” dice, marcando la cancha. “No puedo involucrarme porque es un asunto interno, pero espero que todos los problemas se resuelvan en concordancia con el proceso constitucional. Brasil es un país muy importante en términos de tamaño, población y economía. Espero que puedan superar esta crisis cuanto antes y se involucren en esa gran capacidad que tienen”.

Entrevista: Florencia Garibaldi.