EL MUNDO
Echale la culpa a la CIA por las armas que pueden complicar la reelección
El Comité de Inteligencia del Senado responsabilizó a la CIA de ocultar a la Casa Blanca información sobre las armas de Irak.
Por Rosa Townsend *
Desde Miami
La CIA ocultó al presidente George W. Bush información de que Saddam Hussein había desistido de fabricar armas de destrucción masiva, según una investigación del Comité de Inteligencia del Senado de EE.UU. En los informes que sirvieron de justificación para la invasión de Irak, la CIA excluyó testimonios de familiares de científicos iraquíes que negaban la existencia de los laboratorios de armas e incluyó los de desertores que aseguraban lo contrario. La investigación concluye que la CIA jugó un papel de “activismo” político en vez de función como “observador” neutral. Esta revelación, que puede resultar políticamente dañina para Bush, se produjo mientras Tony Blair admitía a un grupo de parlamentarios que posiblemente nunca se encuentren armas de destrucción masiva en Irak y que Saddam Hussein habría destruido su arsenal, lo que había sido descartado como “absurdo” por el ministro anteriormente. No obstante, Blair rechazó disculparse por la guerra en Irak y reiteró que Saddam era un “tirano”.
Las críticas a la CIA forman parte de un amplio informe que previsiblemente se divulgará esta semana, en el que el comité senatorial recrimina duramente la labor del director de la CIA, George Tenet –que ya ha anunciado su dimisión–, y la de los analistas de la agencia, a quienes acusa de “distorsionar” la información. El Senado, sin embargo, “absuelve” de responsabilidades al presidente Bush, afirmando que “no ha encontrado evidencia de que la Casa Blanca presionara a la CIA”. Incluso en las reuniones con Bush, en las que supuestamente el presidente preguntaba a Tenet si estaba seguro de que Saddam mantenía activos los programas de armas biológicas y químicas, el director de la CIA insistió repetidamente que era “un caso ganado”. Las armas siguen sin aparecer, tal y como les habían asegurado los familiares de varios científicos a los agentes de Tenet. La versión actual de la CIA es que “los testimonios no eran convincentes”. También se han justificado afirmando que no les habían dado credibilidad porque sospechaban que los “familiares eran parte de un plan de desinformación de Saddam”. Desinformación y manipulación es precisamente lo que los investigadores del Senado han descubierto en los “análisis de inteligencia”. Y no sólo por los testimonios que desecharon, sino en los que incluyeron para reforzar el argumento de que Irak mantenía activos los programas. Por ejemplo, un desertor iraquí que según la CIA aportó pruebas de armas biológicas dijo “no tener ni idea” de tales armas cuando lo entrevistaron en el Senado.
En los datos referidos a armas biológicas es donde aparentemente hubo más distorsiones. La CIA aseveró que había varios laboratorios móviles basándose en la información provista por cuatro desertores, pero al menos uno de ellos afirmó que sólo había dicho haber trabajado en un proyecto de “pasta de proteínas” cuando lo entrevistaron en el Senado.
De igual forma, la CIA aceptó como válidas las pistas sobre armas biológicas de otro desertor del que la Agencia de Inteligencia del Pentágono –DIA– le había advertido que no era una persona fiable, porque anteriormente había fabricado pruebas. Otro de los testimonios que han resultado ser falsos pertenece a un desertor entrevistado por los servicios de espionaje alemanes, que les pasaron la información a sus colegas americanos. Sin verificar los datos lo incluyeron en los informes que presentaron a la Casa Blanca. Luego se supo que quien se lo había presentado a los alemanes era Ahmed Chalabi, el exiliado iraquí fundador del Congreso Nacional Iraquí que durante años fue favorito de Estados Unidos y que recientemente cayó en desgracia por su supuesta relación con Irán a espaldas de Washington. De la mano de Chalabi llegó también el desertor cuyo falso testimonio figuró destacadamente en el discurso de Bush ante Naciones Unidas para justificar la invasión de Irak. El desertor era Adnan Ihsan Saeed al-Haideri, un ingeniero civil que sirvió en bandeja los argumentos que Washington necesitaba. Powell usó la información de Saeed al-Haideri para defender en la ONU la intervención en Irak y hace dos meses reconoció que había sido un error. “Algunas fuentes engañaron deliberadamente y por ello me siento decepcionado y me arrepiento”, dijo Powell. También utilizó como argumento la importación que había realizado Irak de tubos de aluminio para fabricar armas nucleares que resultó ser incierta. En el encubrimiento de datos al gobierno la CIA llegó al extremo de hacer pruebas para verificar si tales tubos resistían la fuerza centrífuga requerida para enriquecer uranio y obtuvo un doble y contradictorio resultado: un primer test dio positivo y fue el que incluyeron en el informe; el segundo fue negativo y lo ocultaron.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.