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Por Justin Huggler *
Desde Kabul

Al final, la histórica elección de Afganistán quedó en el tintero. Aun cuando las cajas de escrutinio de la elección presidencial del sábado estaban en camino hacia los centros de conteo, detrás de puertas cerradas, había intensas conversaciones para persuadir a los 15 candidatos de la oposición de que abandonaran el boicot a la elección, aduciendo fraude en la votación. El presidente norteamericano, George Bush, vino sosteniendo esta elección como un éxito de su administración, “un modelo para Irak”, pero el alegato de los candidatos de la oposición de que las irregularidades en la elección a favor del –respaldado por Estados Unidos– presidente Hamid Karzai han debilitado sus aclamaciones.
Además, amenazan con desacreditar el frágil proceso electoral aquí y niegan al presidente Karzai la legitimidad que desesperadamente necesitaba de una victoria para imponer su gobierno a lo largo de todo el país. Los candidatos de la oposición han estado demandando que los resultados sean cancelados y que la elección se lleve a cabo de nuevo. En medio de las calamitosas advertencias previas al día del escrutinio, fueron las amenazas de violencia contra los votantes de los talibanes las que podían arruinar la elección. Al final recayó en los errores elementales en la organización del escrutinio. Había signos ayer de que el boicot estaba desmoronándose, con dos de los candidatos de la oposición diciendo que se retiraban y que, en cambio, pedirían sólo por una investigación oficial sobre las irregularidades alegadas, y seis más sugiriendo que también ellos respaldarían el litigio.
Monitoreadores internacionales de la elección de la Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) concedieron ayer que la acusación central de los 15 candidatos opositores de que la tinta indeleble usada para marcar los dedos de los votantes y evitar que votaran dos veces había sido defectuosa y se lavaba rápidamente era verdadera.
Pero el líder de la misión de OSCE, Robert Barry, dijo: “La demanda de los candidatos de anular la elección es injustificada y no le serviría al pueblo de Afganistán que salió ayer, con gran riesgo personal, a votar”. Las cifras resultantes de los funcionarios no se sabrán hasta el 30 de octubre, pero quedó claro el sábado que los afganos votaron en grandes cantidades, a pesar de las amenazas de los talibanes de apuntar a los votantes en los centros de votación. La elección sólo fue detenida en un distrito por la violencia. A pesar de que algunos candidatos menores puedan haber sido bienintencionados, algunos de los grandes actores son ex “señores de la guerra” que podrían temer perder el poder que aún esgrimen si el presidente Karzai anota una victoria decisiva.
Muchos afganos esperan darles al presidente Karzai y a sus patrocinadores norteamericanos, la confianza para encargarse de los “señores de la guerra”. Pero desacreditando las elecciones, los “señores de la guerra” pueden negarle a Karzai su legitimidad. Las divisiones que sus alegatos están sembrando eran claras en Kabul, ayer. El joven Gholam Rabbani, en la calle frente a un negocio de un carpintero, dijo: “Hubo muchas violaciones, en Wadak una persona votó cien veces. Si declaran que Karzai fue el ganador, será un gobierno de títeres. Será el títere de la ISAF (fuerza internacional en Kabul) y detrás de ellos, los norteamericanos”. Barry, de la OSCE, dijo que hubo otras irregularidades, aparte de la tinta, incluyendo funcionarios gubernamentales que ordenaban a la gente cómo votar en algunos centros de votación y votantes echados porque las cajas de votación estaban llenas. Dijo que una investigación era necesaria para determinar si las irregularidades habían afectado el voto, y el directorio afgano de la ONU dijo que ya se estaba llevando a cabo una.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Alicia B. Nieva.