EL MUNDO
Serra y Lula o el nuevo bipartidismo en Brasil
Históricamente, oligarcas y militares favorecieron el bipartidismo como forma de mantener el poder real en Brasil. Ese sistema fue roto por el ascenso del PT, pero ahora puede tener una reencarnación sorprendente.
Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
Es una frase que no se oía desde hace tiempo: “Compañeros, la lucha continúa”. La dijo el domingo la intendenta del PT, Marta Suplicy, al reconocer su derrota en San Pablo, donde buscaba ser reelecta. A Suplicy la siguió el hombre más fuerte del gobierno, José Dirceu, elogiando la “brava y heroica militancia”, que, en verdad, sólo apareció a último momento de la campaña, cuando el marketing se reveló insuficiente para que los candidatos del presidente Luiz Inácio Lula da Silva vencieran en las elecciones municipales. Suplicy y Dirceu comprendieron minutos después de las derrotas en San Pablo y Porto Alegre que el Partido de los Trabajadores, el más organizado y mejor financiado del Brasil, entró en una fase de discusión interna.
Del sur al norte
De las elecciones surgió un nuevo mapa donde el futuro intendente paulistano, José Serra, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), despunta como líder de un frente integrado por los alcaldes de Río de Janeiro, Curitiba, Florianópolis y Porto Alegre. Esa trinchera antipetista no representa un golpe de muerte para el gobierno de Lula, cuyas chances de reelección en el 2006 siguen siendo sólidas. No siempre una derrota municipal es preludio de una derrota presidencial: en 1996, los socialdemócratas de Fernando Henrique Cardoso fueron masacrados en San Pablo, que fue reelecto en 1998.
Pero mientras la oposición salió robustecida de estas municipales en el sudeste y el sur, el PT deberá resolver su nueva ecuación: con la caída de San Pablo y Porto Alegre, su centro de gravedad emigró al nordeste y norte. Allí fueron electos los alcaldes de Recife, Fortaleza, Aracajú, Vitoria (un poco más al sur), Palmas, Macapá, Porto Velho y Rio Branco. “Debemos formar un frente de nordestinos”, propuso Luizianne Lins, quien además de vencer en Fortaleza sin apoyo del PT milita en Democracia Socialista, una corriente opositora a la dirección del partido. Luizianne será un personaje central en el debate, según reconoció el presidente del PT, José Genoino.
Blancos y colorados
El domingo, Lula telefoneó a la derrotada Marta Suplicy y a Tabaré Vázquez, electo presidente de Uruguay luego de tumbar la centenaria hegemonía de blancos y colorados. Brasil también tuvo sus propios blancos y colorados desde el siglo XIX, cuando el emperador consentía el inofensivo bipartidismo “liberal-conservador” y luego, en los ’70, cuando la dictadura refrendó dos partidos para legitimar su simulacro parlamentario. La “alternancia en el poder” bipartidaria fue una de las coartadas con las que las oligarquías terratenientes e industriales buscaron preservar sus privilegios incluso en la transición democrática de 1985. Pero aquel sueño bipartidario se frustró con la irrupción del PT, una “invención” política que rompió con el libreto de las elites.
A pesar de una vulgata que insiste en que el PT del gobierno de Lula y el PSDB son lo mismo, existen diferencias, aunque cada vez sean menos.
Ahora, tras el fin de las municipales, comenzó la carrera hacia las presidenciales del 2006 y la nueva oligarquía, la financiera, que ya controla el Banco Central e influye en el Ministerio de Economía de Lula, avisó que prefiere un bipartidismo higiénico en que se alternen petistas y socialdemócratas. El tema promete acalorar el debate petista en ciernes.