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Rodó la primera cabeza. El ministro del Interior de Perú, Javier Reátegui, renunció ayer tras la frustrada rebelión de un grupo ultranacionalista, que la semana pasada asaltó una comisaría en una acción que dejó un saldo de seis muertos y 14 heridos. “Soy consciente de que el ánimo político se encuentra polarizado y por eso mismo les comunico que esta mañana he presentado al presidente Alejandro Toledo mi renuncia irrevocable al cargo de ministro del Interior”, dijo al comparecer ante el pleno del Congreso.
La renuncia de Reátegui fue el costo político de la crisis generada por el Movimiento Etnocacerista, liderado por el mayor retirado del ejército Antauro Humala quien con 150 hombres armados asaltó el 1º de enero la comisaría de Andahuaylas donde tomó 18 rehenes, exigiendo la renuncia del presidente Alejandro Toledo. Tras cuatro días de tensión los sublevados, en su mayoría ex soldados, se rindieron y liberaron a los rehenes, pero ya cuatro policías y dos etnocaceristas habían muerto en las refriegas.
En los últimos días la oposición política había exigido también la renuncia del primer ministro Carlos Ferrero y del ministro de Defensa Roberto Chiabra. Ferrero y Chiabra también se presentaron ante el parlamento para dar explicaciones sobre la revuelta, pero no llevaron sus dimisiones. Al dar cuenta de lo sucedido ante el Congreso unicameral, los tres ministros argumentaron que el gobierno actuó de manera responsable para solucionar la crisis. Ferrero dijo que hay indicios sobre la conexión de los etnocaceristas con Sendero Luminoso (SL), organización maoísta que en las dos últimas décadas provocó un conflicto interno que dejó 70.000 muertos. “Algunos de los detenidos etnocaceristas han declarado haber estado en SL y haber estado presos por terrorismo”, dijo el premier al subrayar que el Movimiento Etonocacerista también tendría conexiones con Patria Roja, una organización izquierdista con arraigo en el movimiento sindical. En una rápida respuesta el ex congresista Rolando Breña, dirigente de Patria Roja, dijo que Ferrero “está delirando, ha dormido mal y sufre de esquizofrenia política” por plantear esa acusación.