EL MUNDO › MAÑANA JURAMENTA GEORGE W. BUSH SU SEGUNDO MANDATO
Así será la “diplomacia” de Condi
En su comparecencia ante el Senado –que la ratificará en el puesto de jefa de Cancillería–, Condoleezza Rice habló de las preocupaciones de EE.UU. sobre Venezuela y Cuba, las ambiciones nucleares de Irán y Corea del Norte. Y que serán prioridades Irak y Medio Oriente.
Preocupación por la relación de Cuba y Venezuela, definición de ésta como “fuerza negativa”, señalamiento de las ambiciones nucleares de Irán y Corea del Norte, entre otros, pintan el cuadro del próximo programa de exterior de Estados Unidos. “Ninguna nación puede construir un mundo mejor y más seguro por sí sola y esa convicción guiará mis acciones”, la frase, dicha por la próxima jefa de la diplomacia de Bush, dista de ser naïf. Condoleezza Rice compareció ayer ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado como parte de su proceso de confirmación. Al referirse a América latina, dijo confiar en el comercio para promover “la democracia y el desarrollo económico” y aseguró que el gobierno del presidente venezolano, Hugo Chávez, constituye “una fuerza negativa”. A dos días de que su jefe y amigo personal, George W. Bush, jure por segunda vez como presidente, Rice se comprometió a “enmendar” las relaciones del país con el resto del mundo a través de una diplomacia basada en “una conversación, no un monólogo”. En su comparecencia señaló que las grandes prioridades serán Irak y Medio Oriente.
Salvo sorpresa de última hora, Rice, de 50 años, se convertirá en la segunda mujer al frente del departamento de Estado. Al ser consultada sobre la política que pretende llevar a cabo en su continente, declaró que el comercio es una de las maneras de contribuir al progreso de la democracia y al desarrollo económico de la región. Subrayó que el comercio es una “parte importante de la agenda con los países del hemisferio”. Por otra parte, la futura secretaria de Estado explicó que el gobierno de Chávez “es negativo en términos de cómo afecta a sus vecinos, negativa (por sus relaciones) con el único gobierno no democrático de la región (Cuba), negativa en el sentido de lo que está haciendo en el interior del país para suprimir la oposición”, explicó. “Es un tema muy, muy serio.” Advirtió que Estados Unidos podría “actuar con otros para decirle a Chávez que este tipo de comportamiento no es aceptable en el hemisferio”. Expresó su “profunda preocupación” por las “estrechas” relaciones entre Venezuela y Cuba.
En relación con Cuba, aseguró que “va a haber una estrecha atención a la aplicación de las recomendaciones de la comisión” que propuso reforzar el embargo contra el régimen de Fidel Castro el año pasado. En su discurso de apertura ante la comisión, Rice incluyó a Cuba entre “los reductos de la tiranía en el mundo”, junto con Corea del Norte, Birmania, Irán, Bielorrusia y Zimbabwe, y prometió que Estados Unidos iba a “estar junto a los pueblos oprimidos” de dichos países.
Las cosas no fueron muy fáciles para Rice en la interpelación, sobre todo por los cuestionamientos de los legisladores de la oposición sobre el tema de Irak. Varios senadores de la Comisión le reprocharon a Rice sus declaraciones contradictorias sobre el peligro que representaba Saddam. Sus contradicciones, dijeron, constituían un patrón “muy preocupante”. Además la acusaron de engañar a la opinión pública norteamericana sobre la capacidad nuclear de Irak. La principal acusadora de la actual asesora de seguridad nacional fue Barbara Boxer, senadora por California. Antes de la guerra, dijo Boxer, Rice había esbozado la posibilidad de una “nube con forma de hongo” si Saddam no era derrocado. Después de la guerra, cuando se hizo patente que Saddam no poseía armas de este tipo, Rice dijo que nunca había hablado de amenazas de este tipo, agregó. Rice intentó defenderse respondiendo que se hallaba al tanto de lo que estaba en juego en la guerra en Irak y agregó: “Espero que podamos tener esta conversación sin dudar de mi integridad”.
Rice reconoció que su país enfrenta “grandes desafíos tácticos” en Irak y se mostró evasiva sobre un calendario de retirada de las fuerzas norteamericanas. Esa posibilidad, dijo, es “directamente proporcional” a la capacidad de las fuerzas iraquíes de defenderse por sí solas de los terroristas, aunque admitió que todavía no están preparadas. La mujer demayor cargo en la segunda administración Bush dijo que estaba decidida a trabajar con otros países para mejorar la situación en Irak, y tender puentes hacia esas naciones con las cuales se había deteriorado la relación con Irak como resultado de la decisión de Bush de lanzar la guerra. El senador John Kerry, candidato derrotado en las elecciones presidenciales de noviembre, señaló: “Salimos a la lucha para salvar a Irak y hoy nos vemos tratando de salvar nuestra política de nosotros mismos”.
La futura jefa de la diplomacia de Estados Unidos declaró que se guía por la convicción de que “ninguna nación puede construir un mundo mejor y más seguro sola” y “esa convicción guiará mis acciones”. Cuando dijo “ahora es el tiempo de la diplomacia”, el presidente de la Comisión, el demócrata Joe Biden, fue rápido en atacar sus argumentos, al afirmar que “el momento de actuar de manera diplomática debería haber sido hace tiempo”.
Respecto del tema de Irán y Corea del Norte, la funcionaria dijo que Estados Unidos y el resto del mundo deben estar juntos para conseguir que ambas naciones abandonen sus programas nucleares. “Debemos permanecer unidos para insistir en que Irán y Corea del Norte abandonen sus ambiciones respecto de contar con programas nucleares y elijan la vía de la paz”, aseguró. Destacó además que la prioridad de su gestión al frente de la diplomacia estadounidense será lograr una solución al conflicto entre palestinos e israelíes. Dijo que la expansión de la democracia en Medio Oriente seguía siendo una prioridad y que las elecciones palestinas hace poco más de una semana después de la muerte de Yasser Arafat ofrecían “un momento de oportunidad”.
Además de los retos puramente profesionales, Condi –como la llaman sus colaboradores más cercanos e incluso el propio Bush– tendrá ante sí otro gran desafío: lograr una popularidad similar a la de Powell, muy respetado no sólo en el exterior sino también entre los funcionarios que trabajan a su cargo. Su ventaja frente a él es su cercanía y confianza con el presidente, hasta el punto que algunos analistas opinan que muchos de sus homólogos extranjeros se sentirán muy cómodos negociando con ella porque considerarán que será prácticamente lo mismo que si lo hicieran con Bush.