EL MUNDO › LA SEGUNDA GESTION BUSH Y
SU INTENCION DE QUE IRAN SE DESARME

Si no es la guerra que se viene, es...

Por José Manuel Calvo *
Desde Washington

En el marco de los supuestos planes que el Pentágono tiene sobre Irán, George W. Bush ha vuelto a utilizar la fórmula habitual que emplea todo presidente: no descartar nada, y desde luego no descartar la posibilidad del empleo de la fuerza militar, en caso de que se confirme que “se está desarrollando un programa de armas nucleares en Irán y que sigue ocultándolo” a la comunidad internacional. Mientras que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) pidió ayer autorización para que sus inspectores regresen al centro militar iraní de Parchin, sospechoso de albergar actividades nucleares prohibidas según los estadounidenses, el ex presidente iraní Akbar Hachemi Rafsandjani, que sigue siendo un personaje importante del régimen, advirtió a EE.UU. contra cualquier operación militar en Irán, que “no es el lugar ideal para aventuras”.
“Espero que podamos resolverlo diplomáticamente, pero jamás descartaré ninguna posibilidad”, dijo el presidente el lunes en una entrevista con la cadena NBC, en referencia a la posibilidad de que EE.UU. inicie alguna acción militar contra Irán, por sus presuntos programas secretos de enriquecimiento de uranio con fines nucleares. Por otro lado, en su comparecencia de ayer ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Condoleezza Rice, la próxima secretaria de Estado, que mencionó a Irán en su lista de seis países que calificó de “bastiones de tiranía”, dijo, refiriéndose a EE.UU. y a sus aliados: “Debemos permanecer unidos e insistir para que Corea del Norte e Irán abandonen sus ambiciones de armas nucleares y elijan en cambio el camino de la paz”. Por su parte, el Pentágono ha desmentido con una rotundidad fuera de lo normal la información de que hay misiones estadounidenses de reconocimiento de posibles objetivos militares en Irán. Según el portavoz de Defensa, Lawrence DiRita, “las aparentes ambiciones nucleares del régimen iraní y su demostrado apoyo a organizaciones terroristas supone un desafío global que merece un tratamiento mucho más serio que el que Seymour Hersh proporciona en su artículo de The New Yorker titulado “Las guerras que vienen”. En opinión del portavoz, el artículo “estaba tan cargado de errores básicos que quedaba destruida la credibilidad de toda la pieza”. En su áspera reacción, el portavoz añadió que las fuentes utilizadas habían dado al periodista “rumores y afirmaciones sobre reuniones que nunca ocurrieron, planes que no existen y declaraciones que nunca han sido hechas”. Pero, a la pregunta de si el Pentágono ha llevado a cabo misiones de reconocimiento sobre Irán, el Pentágono respondió que nunca se discuten públicamente las misiones ni las actividades de fuerzas especiales.
Por otra parte, The New York Times informaba ayer que el gobierno de EE.UU. ha aplicado sanciones contra ocho importantes empresas chinas porque considera que “han ayudado a Irán a mejorar sus misiles balísticos”. Según el Departamento de Estado, las empresas han hecho llegar a Irán “equipos y tecnología que figuran en las listas multilaterales de control de exportaciones”. Washington ha adoptado las sanciones a partir de un informe de la CIA al Congreso, señala el diario, en el que se denuncia que las empresas “han ayudado a Irán a aproximarse a su objetivo de ser autosuficiente en la producción de misiles balísticos”.
A toda esta tensión, se suma que los inspectores de la AIEA pidieron volver a Parchin, donde estuvieron el jueves de la semana pasada después de ocho meses de espera, para verificar que Irán no efectuó allí en secreto actividades nucleares con fines militares, como afirma EE.UU.
“La AIEA podría regresar a Parchin”, pero aún no tiene autorización para esa segunda visita, declaró un diplomático cercano a la agencia de la ONU. Sin embargo, según él, esta solicitud se enmarca en el procedimiento rutinario y “hay muchas cosas que la AIEA quiere aclarar”. Losinspectores, que tomaron diversas muestras el jueves, buscaban eventuales rastros de radiactividad que permitan decir si ha habido material nuclear en ese lugar. El hecho de que Irán se negara durante meses a permitir el acceso de la AIEA a esa instalación, alegando que debía preservar el secreto de sus actividades militares convencionales, contribuyó a despertar sospechas. “Cuando hayan efectuado sus análisis, confirmarán nuestras posiciones. Conocemos los resultados porque no tenemos actividades ilegales”, dijo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Hamid Reza Assefi. El vocero reiteró que su país volverá a enriquecer uranio algún día para garantizar el abastecimiento de combustible de sus futuras centrales nucleares civiles. Por su parte, el ex presidente iraní, respondió a EE.UU, ante sus declaraciones de que no descarta acciones militares contra su país, que “la amenaza de nuestros enemigos extranjeros no nos da miedo, saben bien que Irán, país histórico del Islam, con su civilización antigua, no es el lugar ideal para aventuras”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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