EL MUNDO

Con la vista puesta en el Papa (y en el que vendrá)

Aunque el Vaticano aseguró ayer que la salud de Juan Pablo II estaba dentro de lo normal, su internación reavivó la especulación sobre quién vendrá después. Entre ellos hay un latinoamericano y un negro.

Por Peter Popham y John Phillips *
Desde Roma

El papa Juan Pablo II se estaba recuperando en el hospital anoche, 24 horas después de su mayor crisis de salud en más de una década. El pontífice de 84 años fue llevado al hospital Gemelli de Roma el lunes a la madrugada, luchando por respirar después de sufrir lo que su vocero Joaquín Navarro-Valls describió como “laringoespasmos”. Navarro Valls no quiso dar una fecha para el alta del Papa, pero dijo que permanecería en el hospital “por unos días”.
El Papa fue víctima de la epidemia de gripe que ha atacado a Italia durante el actual período de frío intenso, pero la infección respiratoria que la complicó y que causó la crisis de respiración es otro inoportuno agravante que se suma a la enfermedad de Parkinson, que ha quitado al Papa movilidad y elocuencia. Expertos médicos dicen que la contracción de los músculos pectorales causada por el Parkinson puede dificultar la lucha contra la infección a los enfermos que lo padecen. La primera señal del nuevo problema de salud del Papa se notó el domingo cuando saludó a la multitud en la Plaza de San Pedro ante una ventana abierta de par en par en un helado clima de invierno. Su voz, que se ha hecho cada vez más difícil de entender a medida que el Parkinson avanza, era ronca y temblorosa mientras repetidamente trataba de aclararse la garganta. Ayer, Juan Pablo no asistió a la habitual audiencia de los miércoles para los peregrinos en la Plaza de San Pedro, por primera vez desde septiembre de 2003, cuando sufrió una enfermedad intestinal. Pero el Vaticano se esforzó para minimizar el significado de la crisis. Navarro-Valls, un miembro del Opus Dei, insistió en que la condición del pontífice era estable, y que el estado de su corazón y pulmones se encontraba “dentro de los parámetros normales”. No perdió la conciencia en ningún momento, dijo; no estaba en terapia intensiva ni se le había practicado una traqueotomía para permitirle respirar. Juan Pablo tomó el desayuno ayer y participó de una misa al lado de su cama, pero todos los otros compromisos habían sido cancelados.
Un proverbio romano dice: “El Papa nunca está enfermo hasta que se muere”, y furiosas especulaciones han acompañado invariablemente los picos de enfermedad papal en el pasado. El actual Papa, al mantener su imagen directa y práctica, ha sido mucho más franco con su multitudinario rebaño de mil millones de seres humanos que cualquiera de los papas anteriores. Mantuvo al mundo informado de su recuperación en el hospital después del intento de asesinato a manos de un terrorista turco, Mehmet Ali Agca, que le disparó en 1981, y durante la operación para remover de su estómago un tumor que fue descripto como benigno pero “grande como una naranja” en 1992.
Pero dado el intenso secreto que todavía envuelve los trabajos internos del Vaticano, y la evidente fragilidad del Papa, la ansiedad y la especulación serán intensas hasta que pueda constatarse que ha vuelto a la normalidad. La insistencia de Navarro-Valls a los reporteros que colmaban el hospital Gemelli ayer de que “no había razón para alarmarse hoy” no calmará los temores. Los católicos alrededor del mundo prenden velas y rezan por la recuperación del pontífice. La última crisis va a volver a encender la especulación sobre quién tiene más posibilidades de suceder al primer papa polaco de la historia. Durante su reinado de 27 años, el segundo más largo de la historia, Juan Pablo ha encabezado una implacable lucha de los conservadores contra los liberales y reformistas que dominan la Iglesia de Inglaterra y Estados Unidos, y la mayoría de los cardenales y obispos de la Iglesia en funciones hoy son conservadores designados por él.
La última vuelta de tuerca conservadora vio al cardenal Josef Ratzinger, el teólogo personal del Papa, llamado el “Cardenal Panzer” por sus opiniones de línea dura e instintos autoritarios, siendo ampliamente anunciado como un posible sucesor. En el pasado, los observadores del Vaticano generalmente han considerado a Ratzinger como demasiado viejo para suceder a Juan Pablo. Pero después del épico reinado del presente Papa, las posibilidades de que lo siga otro anciano prelado han aumentado, para que el próximo papado sea relativamente más corto.
Otros candidatos favorecidos incluyen al cardenal Dionigi Tettemanzi, el arzobispo de Milán de 69 años, el favorito italiano, un mediador natural con pocos enemigos, aunque los italianos pueden ser incapaces de dominar el Cónclave, la reunión de los cardenales que después de la muerte de un papa elige a su sucesor. La creciente fortaleza de la Iglesia Católica fuera de Europa y Estados Unidos ha visto a varios no italianos discutidos como “papables”, incluyendo al cardenal Oscar Rodrigues Maradiaga, de 60 años, un hondureño telegénico, y al cardenal de Nigeria, Francis Arinze, de 71 años, que sería el primer papa negro si fuera elegido. El cardenal de Austria, Christoph Schonborn, de 58 años, un peso pesado intelectual entre los conservadores, podría ser visto como un puente entre Oriente y Occidente, pero es considerado muy joven por algunos y demasiado parecido al actual papa eslavo por otros.
Una posible consecuencia de la nueva crisis de salud del Papa todavía es considerada como altamente improbable: la posibilidad de que Juan Pablo se retire. Dada su larga lucha contra el Parkinson, durante el 25º aniversario de su sucesión en 2003 se debatió en forma discreta si el Papa no podría hacerse un favor a sí mismo y a la Iglesia si se retirara. Juan Pablo respondió severamente que “Cristo no se bajó de la cruz”, implicando claramente que estaría en su tarea por el tiempo que ésta durara. Desde entonces nada ha sugerido que haya cambiado de parecer. Mientras tanto, los poderes de los hombres más cercanos a él, el cardenal Ratzinger, el cardenal Angelo Sodano, el conservador secretario de Estado o primer ministro y el secretario personal polaco de Juan Pablo, el arzobispo Stanislaw Dziwisz, probablemente aumenten, dicen las fuentes del Vaticano.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Teleobjetivos en posición frente al Policlínico Gemelli, donde está internado el Papa.
 
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