EL MUNDO
La oligarquía quiere dividir a Bolivia, advierte el presidente Hugo Chávez
El mandatario venezolano levantó polvareda en Bolivia luego de que denunciara a la “oligarquía” de Santa Cruz “empujada por Washington”. Los cruceños reclaman su autonomía.
Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
No es la primera vez que el presidente venezolano toma posición sobre la actualidad política boliviana. En los últimos tiempos realizó más declaraciones en apoyo a su demanda marítima que el propio gobierno del país andino. “Sueño con bañarme en una playa boliviana”, declaró en diciembre de 2003, provocando quejas diplomáticas del gobierno chileno, país que en la Guerra del Pacífico –entre 1879 y 1884– se apropió del litoral marítimo boliviano. Hace pocas semanas, Chávez presentó a Evo Morales en Caracas como el “futuro presidente de Bolivia”, generando críticas de la derecha vernácula, especialmente el aspirante a la sucesión de Carlos Mesa, el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga. Pero esta vez –mientras el líder del MAS presenciaba en Caracas la IV Cumbre de la Deuda Social– el mandatario venezolano opinó sobre un asunto sensible que está crispando el clima político boliviano: desde su programa dominical Aló Presidente denunció a la “oligarquía” cruceña, que desde enero pasado ha renovado su ofensiva autonomista.
Con su habitual estilo, alejado del aséptico lenguaje diplomático que rige las relaciones internacionales, Chávez dijo: “La oligarquía boliviana, empujada por Washington, está tratando de dividir a Bolivia en pedazos; por eso algunas regiones, casualmente petroleras, intentan evitar la convocatoria a la Asamblea Constituyente”. Y completó: “Ya me lo había comentado Evo, porque si se respeta la transparencia de esas elecciones la victoria será de los indígenas y obreros”. En sus declaraciones dominicales, Chávez también elogió al actual presidente boliviano: “Mesa está cumpliendo la palabra empeñada; es un hombre de honor, prometió una Asamblea Constituyente y hacia allí marcha”, añadió.
El movimiento autonómico cruceño –liderado por sectores empresariales pero con amplio apoyo social– ha opacado la “agenda” de los movimientos sociales y muchos de ellos visualizan una “suerte de contrarrevolución” en marcha. El diputado del MAS y presidente de la Comisión Mixta de Desarrollo Económico del Parlamento le dijo a Página/12 que “los neoliberales y oligarcas del continente, especialmente en Bolivia y Venezuela, están viendo los mejores caminos para rearticularse frente a los movimientos sociales y progresistas en ascenso”. Y agregó que “el objetivo de las élites oligárquicas es evitar el juicio de responsabilidades contra el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada –que enfrenta una acusación de la fiscalía por genocidio–, impedir la aprobación de la ley de hidrocarburos –que recupera el control estatal del negocio– y frenar la Asamblea Constituyente”.
Las declaraciones del líder venezolano, ampliamente reproducidas por los medios bolivianos, provocaron una lluvia de respuestas de la dirigencia cruceña. El presidente de la influyente Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz de la Sierra (Cainco), Gabriel Dabdoub, señaló en declaraciones al diario La Prensa que “la visión de Chávez es errada, pues así lo demuestra el cabildo del 28 de enero, que contó con la presencia de más de 300.000 personas”.
La Asamblea Constituyente –resistida por los líderes orientales y considerada “refundacional” por los movimientos sociales– plantea un desafío de gran envergadura para el MAS, la primera fuerza municipal del país: como demuestra la experiencia latinoamericana, sólo cuando las reformas constitucionales son acompañadas por un gobierno que las asume como propias –como en Venezuela– los cambios se materializan en transformaciones políticas.