EL MUNDO › HISTORICO RECHAZO A LA CONSTITUCION EUROPEA Y A CHIRAC

Surge otra revolución francesa

Con una participación del 70 por ciento del electorado (inédita desde 1969), más del 56 por ciento de los votantes franceses le bajó ayer el pulgar a la Constitución Europea, en un referéndum que también fue visto como un voto de censura contra el presidente Jacques Chirac y el premier Jean Pierre Raffarin.

Por Eduardo Febbro
Desde París

La derecha gubernamental francesa y la izquierda socialista que militaron a favor del tratado constitucional europeo recibieron ayer una histórica cachetada electoral. Las urnas francesas dinamitaron la Constitución eurocomunitaria y la política nacional con un voto masivo por el “no”. Un 54,92 por ciento del electorado rechazó el texto sometido a referéndum al cabo de una campaña marcada por la polarización de una sociedad que utilizó las urnas europeas como instrumento de sanción contra la política gubernamental. La tardía movilización del campo del “sí” no alcanzó a revertir la tendencia antitratado que se inscribió en el horizonte francés hace poco más de un mes. La elevada tasa de participación, del 70 por ciento, muestra una extraordinaria movilización del electorado en torno de un tema europeo. La afluencia electoral introduce un dato significativo: fue la primera vez desde el plebiscito organizado por el general Charles de Gaulle en 1969 que la gente acude en tales porcentajes a las urnas.
Arnaud Monteborg, uno de los dirigentes del PS que militaron por el “no”, declaró anoche que “los ciudadanos irrumpieron en la construcción europea para poner el proceso en tela de juicio”. Apretado por el volumen del rechazo, el presidente Jacques Chirac se dirigió al país para anunciar que en las próximas horas anunciaría su decisión con respecto al gobierno, cuyo primer ministro, Jean Pierre Raffarin, pulverizó los records de impopularidad. Chirac prometió dar un “fuerte impulso” a la acción política dejando el camino abierto a todas las especulaciones. Medios gubernamentales admitían a puertas cerradas que el jefe del Estado presentará este lunes un nuevo gabinete sin las figuras más cuestionadas del anterior. El probable candidato presidencial de la derecha, dirigente de la UMP, Unión por una Mayoría Popular, y acérrimo enemigo de Chirac, Nicolas Sarkozy, fue el primero en decapitar a Raffarin. Sarkozy exigió “cambios profundos, rápidos, vigorosos”. El análisis de la configuración del voto es elocuente. El 65 por ciento de los menores de 25 años rechazaron el Tratado, mientras que dos electores socialistas de cada tres siguieron el mismo curso. Sin embargo, tanto la altísima participación como la dimensión del “no” indican que esta opción abarca un abanico mucho más extenso que el de la izquierda, que éste engloba también a la derecha tradicional y, aún más grave, que los electores no siguieron las consignas de los llamados “partidos de gobierno”.
Uno tras otro, los dirigentes políticos franceses dijeron que tras el resultado del referéndum habría una “crisis mayor”. Jean Marie Le Pen, el líder de la extrema derecha, consideró que el presidente francés “especula con la inocencia de los franceses. Quiere proseguir como si nada hubiese pasado.” La descalificación del Tratado Constitucional va también en contra de quienes defendieron el “sí”. Philippe de Villiers, otro de los patrocinadores del “no”, resaltó el hiato entre “el país real y el país legal” y reclamó la disolución de la Asamblea Nacional y la renuncia de Chirac.
En un tono dramático, el primer secretario del PS francés, François Hollande, reconoció que lo ocurrido constituía “una decisión política mayor, grave para Europa que puede verse privada del marco constitucional”. El dirigente socialista, que hizo campaña por el “sí”, dijo que el resultado “traduce la amplitud de la crisis profunda que atraviesa nuestro país. Los franceses expresaron su cólera y su exasperación frente a un jefe de Estado que no escuchó los mensajes y también contra el primer ministro. El rechazo del tratado es en primerlugar el rechazo al poder. Europa fue considerada injustamente responsable de los males que afectan a Francia”. Según Hollande, pese a las promesas de Chirac, “no se puede esperar ningún cambio. El gobierno seguirá con la misma política y con los mismos resultados”.
Su compromiso con los partidarios del “sí” compromete seriamente el futuro político de François Hollande y propulsa a quien lideró el “no” socialista, el ex primer ministro Laurent Fabius. Aunque con un horizonte tambaleante, Hollande convocó a los progresistas a unirse: “Es la izquierda que votó ‘sí’ y la que votó ‘no’ la que debe ahora unirse en torno de un proyecto común”.
El líder centrista François Beyrou atacó igualmente a la cúpula del Estado. Para él, el voto “sanciona una grave crisis francesa”, tanto más cuanto que “no se tomaron en cuenta los resultados de las elecciones regionales y europeas”, ambas perdidas respectivamente por la derecha. Al igual que otros líderes de corrientes, Beyrou propuso que el mandatario realizara una suerte de “consulta”, es decir, una suerte de referéndum sobre su propia legitimidad.
Izquierda y derecha, siístas y noístas, todos apuntan sus fusiles hacia la cabeza de Chirac. Fue él quien, sin estar obligado a ello, decidió someter el Tratado Constitucional a la incertidumbre de las urnas exponiéndose a un voto que lo sancionaría inevitablemente, a él y a la filosofía de la Unión Europea. Ahora, el país que fundó el concepto de la construcción europea aparece como el que la bloquea e incrementa el riesgo de que las otras naciones que tienen la misma cita sigan el camino francés. El rechazo francés no permite que se renegocie el contenido del Tratado y, por consiguiente, atrasa su vigencia. Hasta que no se resuelva el enredo francés y sus derivados, la Unión Europea funcionará con las definiciones del Tratado de Niza. De los 25 países de la UE, Francia fue el décimo país en pronunciarse sobre el Tratado y el primero en rechazarlo. Los otros nueve lo aprobaron y este miércoles le toca el turno a Holanda. Ya mayoritario en los sondeos, el “no” holandés puede verse amplificado por la “influencia francesa”. Jean Claude Junker, presidente de la UE, admitió que “el ‘no’francés nos deja perplejos”.
Europa aplazada, izquierda socialista y gobierno desacreditados, el Tratado Constitucional provocó un maremoto político mayor tanto a nivel nacional como europeo. Quienes veían en el texto magno una amenaza social, la puerta abierta a todos los abusos liberales, a los ajustes salvajes y al desempleo levantaron un serio obstáculo en el camino de la Unión. Voto castigo al gobierno y voto de rechazo contra la filosofía de un Tratado Constitucional que aparecía como “una guía liberal”, los noístas expresaron dos voluntades con un mismo voto. “Ahora la mayoría somos nosotros”, decía anoche en la Plaza de la Bastilla un estudiante que, junto a otras 2000 personas, festejaba el triunfo del “no”. “La Europa liberal, no”, rezaba un afiche distribuido por el diario comunista L’Humanité.”No a la Constitución, no a Chirac”, gritaba una mujer. Comunistas, socialistas enojados con la línea oficial del partido, trotskistas, sindicalistas y antiglobalizadores se unieron en la Plaza de la Bastilla para festejar “la derrota de la Europa liberal” y “la paliza que le dimos al oficialismo europeísta”. Nadie parecía aún consciente del alcance devastador que seguía humeando de las urnas.

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Partidarios del “no” celebran su triunfo anoche en la Plaza de la Bastilla, en París.
 
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