EL MUNDO › A 10 AÑOS DE LA MASACRE DE SREBRENICA
Recuerdo de la muerte
Por Peter Popham y Vesna Peric Zimonjic *
Desde Srebrenica
Naza Hasanovic volvió a Srebrenica otra vez ayer. La última vez que vio a su hermano, Hamid Velic, con vida fue hace exactamente 10 años, en este mismo lugar. Ayer lo enterró aquí. Fue uno de los 610 funerales en el Jardín en honor de los muertos, frente a la antigua base de los peacekeepers holandeses de las Naciones Unidas, que se realizó en el décimo aniversario del peor y más atroz genocidio europeo desde los nazis. Diez años atrás, soldados bosnios y serbios, bajo el mando del general Ratko Mladic, se propusieron exterminar a la población musulmana de la ciudad. Para cuando terminaron, más de ocho mil musulmanes bosnios, hombres y chicos, habían sido asesinados.
Ayer, decenas de cientos de sobrevivientes con historias como la de Naza Hasanovic inundaron el Jardín en honor de los muertos para enterrar 603 cuerpos –de los 1937 recientemente identificados– y para recordar a todo el resto, tanto a aquellos que ya habían sido identificados como a aquellos de los que, como el esposo de Naza, todavía no se tiene ninguna información.
El secretario de Relaciones Exteriores británico, Jack Straw, el Alto Representante Bosnio, Lord Ashdown, y Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, estaban entre los dignatarios durante la ceremonia, que se realizó bajo un frágil pabellón de madera cubierto por una pequeña media luna islámica plateada.
En un mensaje leído por un vocero, el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, le dijo al público: “Aquí vemos la inhumanidad del hombre hacia el hombre..., las Naciones Unidas no debían evadir su parte de la responsabilidad. Fue un serio error de criterio basado en los principios de imparcialidad y de no violencia que no eran apropiados para la situación. La tragedia de Srebrenica siempre obsesionará a las Naciones Unidas”. Naza Hasanovic, que ahora tiene 47 años, escuchó y se reservó sus pensamientos. Hasta 1993, vivió con su familia sobre la ruta a Srebrenica a unos pocos kilómetros de la ciudad, en el pueblo de Bratunac. Luego, ese pueblo cayó en poder del ejército serbio-bosnio y fueron forzados a escapar al sur, a la llamada “Area Segura de las Naciones Unidas” de Srebrenica. Después de dos años de asedio, las fuerzas serbio-bosnias atravesaron la colina y el pueblo, y los Hasanovic estaban de vuelta en la ruta, escapando en busca de la protección del campo holandés de las Naciones Unidas, en una fábrica abandonada de baterías. Pero cuando los serbios les dijeron a los holandeses que abandonaran los refugios, a Naza la subieron a un colectivo rumbo a un lugar seguro, mientras su esposo, su hijo de 14 años y dos de sus hermanos fueron ubicados en un camión que los llevó a la muerte.
Su hijo, Meho, tuvo el ingenio y la suerte para escapar, dejando a la multitud de hombres condenados y reencontrándose con su madre. El sobrevivió: ayer, con anteojos de sol y jeans arremangados por el barro, filmaba el funeral de su tío, con lágrimas corriéndole por las mejillas. Está estudiando Ciencia Política en la Universidad de Sarajevo. El esposo de Naza y sus hermanos desaparecieron sin dejar rastro. Se supone que fueron ejecutados poco después de que fueron separados de ella.
Gracias al trabajo de la Comisión Internacional de Personas Desaparecidas, las pruebas de ADN identificaron primero los restos de Mehmed, su hermano mayor, enterrado allí tres años atrás, y luego los de Hamed. Pero de su esposo todavía no hay rastro. Entre todos, 48 miembros de su familia murieron en la masacre.
El aniversario del asesinato se convirtió en la reunión sombría anual del pueblo. Tenía una población de más de 37 mil personas antes de la guerra y 70 por ciento era musulmán. La población de Srebrenica hoy es sólo de 10 mil, la mayoría serbios.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Laura Carpineta.