EL MUNDO › ACUSAN A LA CASA BLANCA DE UN SHOW

Enjambre de mentiras

Los heridos y los muertos son reales, pero el ataque aéreo más grande desde que empezó la guerra de Irak parece sólo servir a propósitos publicitarios, incluso para los partidarios de George W. Bush.

El show debe continuar. No sólo en el sentido de seguir adelante pase lo que pase, sino en el de hacer un “show” de ello. Así consideraron los medios norteamericanos y críticos del presidente George W. Bush el lanzamiento de Operación Enjambre, el ataque aéreo más grande desde el comienzo de la guerra, en la región de Samarra. Ambos grupos se mostraron recelosos ante la sonada operación contra los rebeldes que, en su opinión, presenta más bien una campaña propagandística de la administración Bush que una ofensiva militar eficaz. Muchos rotativos hablaban de “espectáculo”, de una producción estadounidense que tiene un único objetivo: demostrar a la opinión pública los grandes avances realizados por las fuerzas de seguridad iraquíes a tres años de la invasión al país.

Decenas de detenidos y confiscación de armas se mezclaron ayer con inspecciones de casas. Pero no hubo enfrentamientos con los rebeldes ni señales del enemigo número uno de EE.UU. en Irak: el líder de Al Qaida en ese país, Abu Musab al Zarqawi.

La operación lanzada el jueves, en la que participan más de 1500 soldados estadounidenses e iraquíes, tiene como objetivo terminar con los grupos de rebeldes cerca de Samarra, zona donde la insurgencia sunnita es particularmente activa. Operación Enjambre llega en un momento especial. Por un lado, tiene lugar después de una ola de violencia marcada por atentados y matanzas de carácter confesional que hacen temer una guerra civil en el país árabe. Pero se enmarca sobre todo en la campaña publicitaria que Bush comenzó ante el tercer aniversario de la guerra para detener la “deserción” en casa y, al mismo tiempo, enviar muestras de firmeza y ánimo a Irak. Lo cierto es que el panorama que muestran las últimas encuestas no es nada alentador, sino todo lo contrario. Sólo un 38 por ciento de los ciudadanos sigue pensando que la guerra de Irak “valió la pena”, en tanto que para un 60 por ciento “Irak va mal”. Partiendo de esta base, los analistas consideran que Bush creyó más que conveniente hacer ver a la opinión pública que las tropas iraquíes son cada vez más capaces de liderar la lucha contra los rebeldes para comenzar a disminuir así la actuación de EE.UU., todo ello con la mirada puesta en una futura reducción de soldados. Eso es justo lo que busca Enjambre.

Mientras la Casa Blanca rechazaba ayer indignada las acusaciones de que la operación es más política que militar y con ello la ofensiva es más bien “simbólica”, más aumentaban los recelos de un alto general. El comandante del cuerpo multinacional en Irak, Peter Chiarelli, describió la actuación de los iraquíes que participan en la operación como un auténtico enjambre casi digno de un anuncio publicitario de televisión en plena campaña electoral. Las tropas locales lo han hecho “fenomenal”, afirmó. Pero los medios también dieron su opinión. Casi podría decirse que la operación “responde sospechosamente a lo que EE.UU. desea de Irak”, cita un diario a Tom Donnelly, miembro del conservador American Enterprise Institute o Instituto Norteamericano de la Empresa (AEI, por sus siglas en inglés). Incluso el Washington Times tituló con un aire de suficiencia que “los soldados estadounidenses e iraquíes dejan actuar a sus músculos”. En tanto, los generales retirados partidarios de Bush se esforzaban por armonizar las exageraciones con la realidad en entrevistas de la emisora CNN. Porque, si bien Enjambre es la mayor operación de tropas aerotransportadas en Irak desde hace tres años, no lo es respecto del número de soldados y armamento.

Ayer, en el segundo día de la operación, las fuerzas conjuntas procedieron a decenas de detenciones y decomisaron armas, sin entrar en contacto con los rebeldes señalados como partidarios de Al Qaida. Se encontraron “seis escondites de armas que contenían morteros, cohetes, explosivos, armas y equipos médicos, así como documentos de los rebeldes”, informó un comandante. Pero ni señales de Al Zarqawi y su pandilla. A pesar de ello, fuentes del Ministerio de Seguridad iraquí dijeron que el ataque “ya está consiguiendo varios de sus objetivos”. Por su parte, la población del lugar se mostraba un poco molesta por la intromisión en sus casas. “Aquí no tenemos a ningún rebelde”, aseguró la granjera Rana Saleh.

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