A diez días del final del mandato del presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi, las negociaciones entre las dos grandes coaliciones, la Unión y la Casa de las Libertades, parecen estancadas. El futuro primer ministro Romano Prodi ordenó ayer comenzar con las negociaciones entre sus aliados y con la oposición. Sin embargo, su candidato, el ex secretario del ya desaparecido Partido Comunista Italiano y el actual líder del principal partido de la coalición de centroizquierda, Massimo D’Alema, no es aceptado ni por la alianza de Silvio Berlusconi, ni por el Vaticano.

El primer ministro saliente calificó de “sencillamente indecente” la candidatura de D’Alema, mientras que el Vaticano prefiere una “figura de compromiso”, que no continúe ahondando la evidente división ideológica que atraviesa el país. Piero Fassino, importante exponente del partido de D’Alema, consideró vital encontrar un consenso con el centroderecha, ya que el centroizquierda ganó las elecciones del 9 y 10 de abril “por un suspiro y medio país está representado por la Casa de las Libertades”.

No obstante, Berlusconi ya dejó trascender que para él su coalición debería votar por su candidato, Gianni Letta, en las primeras tres votaciones, ya que en la cuarta, según la Constitución, la aprobación sólo requiere de una mayoría simple que el centroizquierda sí posee. Sin embargo, esto significaría un desgaste importante para el próximo gobierno y una derrota en lo que los medios italianos han calificado como la primera oportunidad de la Unión de demostrar que puede generar consenso y gobernar junto al poderoso centroderecha.

Prodi y sus aliados están muy conscientes de estos peligros por lo que ya comenzaron a circular algunos nombres como alternativa a D’Alema: Giuliano Amato, un ex primer ministro cercano a la izquierda, el senador vitalicio Giorgio Napolitano, el ex ministro de Sanidad de centroizquierda Umberto Veronese y el ex comisario europeo, Mario Monti.