La liberación de Arnaldo Otegi y otros siete miembros del brazo político de la ETA, el ilegalizado Batasuna, quitó piedras en el camino para iniciar el proceso de paz que dirige el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Ayer, la Justicia española determinó que los acusados “no habían pretendido contribuir a los fines de ETA, sino recuperar la presencia institucional de la formación Batasuna en la vida política, así como apoyar la situación actual del cese de violencia y la consecución de la misma con carácter definitivo”. Este paso era fundamental para La Moncloa, ya que Otegi es el principal interlocutor del nacionalismo vasco, en consecuencia su presencia en las negociaciones será una garantía de mayor legitimidad para el proceso. Sin embargo, las conversaciones con Batasuna le podrían costar caro a Zapatero. El líder del opositor Partido Popular, Mariano Rajoy, advirtió ayer que si Zapatero se sienta a negociar con el brazo político de la ETA, que ellos continúan considerando “una organización terrorista ilegalizada”, se verán obligados a retirar su apoyo a todo el proceso de paz.