Martes, 10 de octubre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › PYONGYANG CUMPLIO SU AMENAZA, PESE A LA DESAPROBACION DEL CONSEJO DE SEGURIDAD
Con una detonación subterránea –que aún evaluaban los expertos– ingresó en el denominado club de las potencias nucleares “no declaradas”. Recibió la condena enérgica del Consejo de Seguridad, que debatirá posibles sanciones. Preocupan el posible efecto contagio en los países de la región y la amenaza de proliferación nuclear.
Por David Usborne *
Desde Nueva York
Los líderes mundiales reaccionaron consternados ante la noticia de que Corea del Norte había realizado con éxito su primera prueba nuclear subterránea. Esto fue considerado un acto desafiante que amenaza con redibujar el mapa estratégico de toda la región asiática y precipitar una crisis diplomática global de proporciones incalculables. El ensayo fue condenado “enérgicamente” por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Se cree que la explosión, ocurrida en una instalación subterránea en la provincia de Hamgyong en el norte, sucedió a las 10.36 de la mañana (hora local) de ayer. A pesar de que los expertos en sismos de otros países estaban intentando confirmar su potencia, no parecía haber ninguna razón para creer que Corea del Norte estuviera mintiendo. Expertos rusos aseguraron que ellos creían que la declaración norcoreana era cierta y que la explosión podría haber tenido el poder de 15 kilotones de TNT, más o menos lo mismo que la bomba de Hiroshima en 1945. “No tenemos duda de que fue una explosión nuclear”, afirmó el ministro de Defensa ruso, Sergei Ivanov. Sus pares en Corea del Sur y Estados Unidos especulaban con que podría tratarse de algo un poco menor.
Corea del Norte siguió adelante con la prueba a pesar de los pedidos para suspenderla, como el aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU el viernes pasado. Este mismo organismo convocó a una reunión de emergencia ayer, luego de conocerse que la prueba ya había sucedido.
La única advertencia que dieron los norcoreanos fue a sus pares chinos, alrededor de media hora antes de detonar el artefacto. Funcionarios chinos llamaron a la embajada de Estados Unidos en Beijing para alertarlos. Estados Unidos, apoyado por Gran Bretaña, Francia y Japón, recurrieron a la ONU para demandar la imposición de serias sanciones. Washington lo calificó de “acto de provocación”.
Le tomó cerca de cuatro décadas a Corea del Norte reunir las piezas de tecnología que necesitaba para hacer realidad sus ambiciones nucleares. Con una detonación ayer por la mañana, ingresó en el denominado club de las potencias nucleares “no declaradas”, antes compuesto por Israel (quien todavía nunca admitió tener esta capacidad), Pakistán e India.
La crisis llegó en un momento en que Japón tiene un nuevo y más nacionalista primer ministro, Shinzo Abe. Japón ya estaba debatiendo si su sagrado principio, que ha mantenido desde la Segunda Guerra Mundial, de no construir armas nucleares debería ser revisado. Abe dijo que la prueba marcó el comienzo de una “peligrosa era nuclear” en el norte asiático. También presionarán a Corea del Sur para terminar su política de acercamiento a Pyongyang, con la que intenta remendar las relaciones bilaterales. Ayer, el Consejo de Seguridad formalmente aprobó la elección de Ban Ki Moon, el actual canciller surcoreano, como el próximo secretario general de la ONU, que asumirá el 1º de enero. Prometió utilizar su mandato para lograr que Pyongyang se comprometa a fortalecer su diálogo con la ONU.
Más allá del efecto contagio que el nuevo status nuclear de Corea del Norte pueda tener sobre el resto de los países de la región, hay una preocupación aún mayor sobre la amenaza de proliferación nuclear que significaría que Pyongyang vendiera su tecnología a clientes de otras regiones del mundo. La explosión dejó en evidencia el fracaso de años de esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos y de otras naciones para que Corea del Norte abandonara su carrera nuclear. Aun China, el único aliado de Corea del Norte, ha dejado en claro recientemente su oposición a la prueba nuclear. Corea del Norte había firmado un acuerdo con el gobierno de Clinton en 1994 para suspender sus actividades nucleares. Pero el pacto se deshizo y, tres años después, el país expulsó a inspectores nucleares internacionales de su complejo en Yongbyon.
La agencia de noticias norcoreana aseguró que la prueba “marcó un momento histórico, al incentivar y satisfacer (al Ejército Popular Coreano y) a la población, que deseaban tener una capacidad defensiva poderosa y confiable”.
En Londres, la prueba fue condenada por Tony Blair como un “acto completamente irresponsable”. La secretaria de Relaciones Exteriores británica, Margaret Beckett, dijo: “Gran Bretaña propondrá una respuesta fuerte bajo el Capítulo 7 de la Carta de la ONU. En otras palabras, esto significa que apoyaremos la imposición de sanciones”. El presidente ruso Vladimir Putin afirmó que la prueba “no le concierne solamente a Corea del Norte. Se ha hecho un daño enorme al proceso de no proliferación de armas de destrucción masiva en el mundo”.
En julio, la ONU aprobó una resolución prohibiendo el comercio con Corea del Norte de todos los bienes y la tecnología relacionada con armas de destrucción masiva, después que el régimen lanzó varios misiles sin ninguna provocación. La resolución no estaba amparada en el Capítulo 7 –que permite a las resoluciones tener la base legal para imponer sanciones e, incluso, utilizar la fuerza militar– y había sido rechazada por funcionarios del régimen de Pyongyang.
En Nueva York, el embajador de China, Wang Guangya, aseguró que su gobierno estaba listo para “reunirse con los miembros del Consejo de Seguridad y discutir una reacción firme y constructiva, pero también prudente”. El ruso Vitaly Churkin afirmó que sigue siendo importante mantener la calma, sugiriendo que su país se mostrará cauteloso ante una autorización del Capítulo 7. Diplomáticos reconocieron que las posiciones de Rusia y de China eran cruciales si se quería adoptar un texto sustancioso.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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