EL MUNDO
Una semana muy particular
Tasas de interés en alza, creciente desconfianza internacional, un gabinete en erosión y un primer ministro enfermo eran ayer los ingredientes de la nueva crisis de Turquía, el mayor deudor del FMI.
Turquía se volvió más inestable ayer en medio de dudas sobre la actitud del Fondo Monetario Internacional ante la nueva crisis política. La coalición de gobierno del primer ministro turco Bulent Ecevit estaba al borde del colapso después de la dimisión de varios ministros más y de que se profundizara la rebelión en su partido por la posibilidad de una convocatoria a elecciones anticipadas. Sin embargo, el veterano primer ministro, de 77 años, no parecía dispuesto a dejar el poder y le dijo al líder de un partido opositor que aún no había llegado el momento de renunciar.
Ecevit nombró un nuevo viceprimer ministro para cubrir la vacante dejada por Husamettin Ozkan, quien renunció el lunes tanto al gobierno como al partido de Ecevit, así como a tres reemplazantes para ministros que también dejaron sus cargos. Los mercados temen que las elecciones repercutan negativamente en un paquete de ayuda del Fondo Monetario Internacional, por valor de 16.000 millones de dólares, y esperaban nerviosamente el anuncio de la posible renuncia de Ecevit. El FMI, por su parte, se limitó a decir que su mayor deudor debe cumplir estrictamente sus metas financieras.
La crisis política ha provocado un alza de las tasas de interés que está estrangulando la naciente recuperación económica del país. La inestabilidad política afectó el martes dos subastas de deuda del Tesoro, que pagó intereses de casi 80 por ciento en una deuda colocada a 238 días. Las tasas de interés sobre la deuda doméstica han subido 25 puntos básicos desde que Ecevit cayó enfermo hace dos meses. La agencia de calificaciones Standard & Poor’s dijo ayer que revisó su panorama sobre Turquía de estable a negativo por la creciente inestabilidad política, que afecta a los acreedores extranjeros. “No queremos que el programa del FMI se eche a perder en un período tan crítico. Espero que algunos partidos se den cuenta de que crearía un ambiente muy desagradable que el FMI dijera que suspende el programa”, dijo Hakan Avci, de Global Securities.
Turquía es el mayor deudor del FMI en la historia del organismo, y sus créditos se dispararon tras las crisis de noviembre del 2000 y febrero del 2001, desatadas por la inestabilidad del sistema financiero. Washington presionó en el pasado para apoyar a su aliado clave en el mundo musulmán y necesita una Turquía estable que le ayude en su guerra contra el terrorismo. Sin embargo, los vencimientos de los pagos de los créditos están empujando a Ankara al límite. El FMI dijo que continuaría con una revisión del programa esta semana, pero no está claro qué alineación política encontrará el jueves en Ankara el jefe de la oficina del organismo en Turquía, Juha Kahkonen. Mientras el poder de Ecevit se debilita después de dos meses de enfermedad, lo que ha generado conflictos y exasperación en su coalición y su partido, será difícil formar un gobierno alternativo.
El primer ministro turco no dio señales ayer de estar preparado para dejar el poder. “Tuve la oportunidad de preguntarle si renunciaría y él me dijo que veía la dificultad en la continuación del gobierno, pero que aún no había llegado al punto de renunciar”, dijo a la prensa la líder del partido Sendero Verdadero y ex primera ministra turca, Tansu Ciller, tras reunirse con Ecevit. Los mercados financieros y los principales medios de comunicación buscan alguna fórmula de gobierno con una alianza entre Husamettin Ozkan, quien renunció el lunes al gobierno y al partido de Ecevit, el ministro de Relaciones Exteriores, Ismail Cem, y el ministro de Economía, Kemal Dervis, padre de las negociaciones de los paquetes de rescate otorgados por el FMI.