EL MUNDO

El histórico voto a madame Royal

Los analistas señalan que hay un “antes y después” de la elección de Ségolène Royal como candidata del socialismo para 2007.

 Por Eduardo Febbro
Desde París

Los porcentajes finales se desgranan como una canción repetitiva: 78%, 73%, 62%, 68%, 71%. La victoria de la socialista Ségolène Royal en las elecciones primarias del PS tiene acentos apoteósicos. Royal ganó en 102 de las 105 federaciones socialistas y el impacto cifrado de su victoria es tal que ya se tradujo por un hondo electroshock al conjunto de la clase política, a la izquierda como a la derecha. Si la izquierda se despertó al mando de una mujer que debe llevarla a la victoria en las elecciones presidenciales del año próximo, la derecha también vio sacudida sus bases. País de economía ultramoderna y socialmente muy avanzado, Francia desconocía los méritos del liderazgo femenino. Los analistas ponen de relieve que el voto del pasado 16 de noviembre produce una suerte de antes y después, al tiempo que redistribuye las cartas en el seno de la izquierda socialista.

Rémi Lefèvre, profesor de ciencias políticas y autor del libro La sociedad de los socialistas, evoca incluso una suerte de refundación: “El mapa del voto a favor de Royal en las federaciones socialistas muestra que la candidata trastornó la economía de las lealtades tradicionales. Se acaba de abrir una página nueva, una reconstitución de todos los marcos de referencia”. El discurso de Royal y su metodología orientada a absorber las necesidades de la población suscitaron el voto a su favor hasta en los lugares más insospechados, es decir, el mundo rural. Se decía que por ella votaban los jóvenes diplomados, las mujeres y los habitantes de las ciudades; sin embargo, la geografía del voto muestra que Royal se impuso en tierras labradas por hombres. “Histórico”, “trastornos profundos”, “una página ha quedado atrás”, los calificativos no bastan para definir las consecuencias del ascenso de esta mujer. Los socialistas tienen hoy un doble sentimiento: que la reconquista del poder está al alcance de las manos, pero que el camino entre el hoy y el posible poder de mañana no será igual que años atrás.

Antes incluso de que sea investida oficialmente candidata del Partido Socialista –el próximo 26 de noviembre–, Ségolène Royal ya mostró el lema de su campaña: “Progreso para todos, respeto para cada persona”. Este fin de semana circulaban con precisión los ejes de su campaña electoral y éstos son fieles a la imagen y a la metodología empleada hasta ahora por Royal. Uno de sus allegados más cercanos, Patrick Mennuci, los definió así: “Una campaña descentralizada y participativa”. Ambos conceptos implican una ruptura con los esquemas del pasado. “Descentralizada” significa que no es el aparato político nuclear el que manejará la campaña y “participativa” se traduce por la inclusión de sectores que estaban excluidos de la orquesta de campaña. Prueba directa de ese principio es el portal de Internet con el que Ségolène Royal salió a la arena para conquistar la investidura socialista. Veinticuatro horas después de su victoria el portal ofrecía un espacio oficial que invita a “participar” en la campaña 2007.

El peso de su victoria es tal que no deja mucho margen a sus adversarios internos para negociar, en especial a los dos rivales de las primarias, Laurent Fabius y Dominique Strauss-Kahn. El PS francés no dio aún indicaciones oficiales, pero todo indica que el timón está en manos de quien, bajo el anonimato, algunos califican como “sonrisa tierna y manos de hierro”. Los únicos que mantienen una posición crítica son los representantes de la llamada izquierda de la izquierda. Trotskistas o militantes antiglobalización ven en la candidatura de Royal una confirmación de la tendencia social liberal del Partido Socialista. El líder campesino José Bové habla de “una campaña con cortes a lo Tony Blair”. Marie-George Buffet, la secretaria general del Partido Comunista, se muestra igualmente crítica: “La alternativa a Nicolas Sarkozy (el candidato de la derecha) no puede ser el de una izquierda a lo Ségolène Royal”. Sin embargo, aunque críticos, el conjunto de los adversarios de izquierda reconoce que la designación de la líder socialista abre perspectivas nuevas para todos. Olivier Besancenot, candidato de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), apuesta por aprovechar esos espacios. “La llegada de Ségolène Royal crea un lugar para que circule el aire fresco en todo lo que atañe a las cuestiones ligadas a las discriminaciones y las cuestiones sociales.”

La derecha también tuvo que asimilar el golpe y sus repercusiones. Antes de que Royal se impusiera de manera tan aplastante, su posible rival en las presidenciales, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, la consideraba “la candidata más fácil de vencer”. Sarkozy ironizaba en privado sobre su “inexperiencia” y “el vacío sideral de su pensamiento”. Las cartas cambiaron de golpe su distribución. El estilo de la candidata legitimado en las urnas llevó a Sarkozy a cambiar de opinión: “Ségolène encarna la fuerte aspiración de los franceses a una renovación de la clase política”. Se convirtió en un fenómeno cuya influencia crece cada día... a un punto tal de que algunos ya hablan de una Francia “segolenizada”. Los líderes de la derecha dejaron de considerarla una “tonta” o un “chupetín” de los medios de comunicación. De manera muy hábil, Royal adoptó posiciones claras en temas en los cuales la derecha se hace una fiesta: seguridad, familia, tradición. Los conservadores corren hoy detrás de un discurso y ni siquiera pueden permitirse el lujo de organizar primarias... de lo contrario aparecerían como un clon de los socialistas.

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Royal trastrocó el voto tradicional de la sociedad francesa.
 
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