EL MUNDO
España se mantiene firme ante la amenaza del Moro
Las tropas españolas parecían estar preparándose ayer para permanecer un tiempo en la isla de Perejil, pero Madrid advirtió a Rabat que debe comprometerse claramente a no reocupar el árido lugar si quiere que España lo evacúe.
Por Giles Tremlett
Desde Madrid
España comenzó ayer a tratar de calmar la furia de Marruecos sobre la reconquista española del pequeño islote de Perejil, mientras las relaciones diplomáticas entre ambos países vecinos descendían a su punto más bajo en décadas. La canciller española Ana Palacio dijo que las tropas españolas, que tomaron anteayer el islote y capturaron a seis soldados marroquíes sin disparar un solo tiro, se irán tan pronto como Marruecos garantice que no intentará reconquistar Perejil.
“España no tiene ninguna intención de quedarse en Perejil. Deseamos regresar al statu quo ante, pero para eso se necesitan garantías”, declaró Palacio en una entrevista radial. “Esto significa que si nos vamos, los marroquíes no vuelvan a entrar.” Según Palacio, esto requeriría que el rey marroquí, Mohammed VI, o su gobierno hagan “una declaración clara, sin ambigüedades”. Después de esto, dijo, las policías española y marroquí podrán usar el islote en forma conjunta para combatir a los traficantes de drogas y de personas que durante la noche hacen sus operaciones en el Estrecho de Gibraltar.
Entretanto, las tropas españolas parecen estar preparándose para quedarse en la isla. Helicópteros de la Armada española iban y venían de las naves cercanas y se podía ver a unos 50 soldados construyendo defensas. Cuatro buques de guerra se instalaron en la bahía mientras unos 100 marroquíes, desde la costa y armados apenas con hondas, gritaban y arrojaban piedras desde los acantilados cercanos al islote. España reforzó la seguridad en el enclave cercano de Ceuta, a seis kilómetros de allí, con policías antidisturbios patrullando las calles.
Palacio desmintió las acusaciones marroquíes de que la operación lanzada el miércoles por 28 miembros de las fuerzas especiales españolas significaba “una declaración de guerra”. Señaló que “es obvio que esto no es una declaración de guerra”. Palacio agregó que “tenemos que trabajar para reducir las tensiones”, pero insistió en que los dos países, que tienen varios litigios territoriales pendientes, necesitaban arreglar entre ellos y definitivamente el problema. “Hablar de mediadores en esta crisis me parece ridículo. No es tan complicado.”
En su primera declaración pública desde que España retomó el control del islote, el premier español José María Aznar, dijo que quería llegar a un acuerdo “estable y durable” en el que ninguno de los dos países se vea obligado a colocar su bandera en el islote. “Nadie está más interesado que España en mantener las mejores relaciones con Marruecos”, aseguró. El gobierno marroquí, que exigió el retiro de las tropas españolas de Perejil, se mantuvo ayer en silencio respecto del islote, llamado por ellos “Leila”. Pero un partido islamista que cuenta con 14 bancas en el Parlamento de 325 miembros llamó a los marroquíes a emular la “marcha verde” de 1975, cuando 350.000 marroquíes marcharon al sur del país para reclamar la soberanía en la ex posesión española de Sahara Occidental. “Llamamos a todos los sectores de la sociedad a movilizarse en defensa de la soberanía marroquí, utilizando cualquier método que esté a su alcance”, dijo el portavoz del partido Justicia y Desarrollo.
En Gran Bretaña, que mantiene un litigio con España por el peñón de Gibraltar, las reacciones a la operación española no se hicieron esperar. “Tomar por asalto con fuerzas especiales una isla desprovista de interés estratégico puede haber salvado el orgullo castellano del primer ministro, pero no puede ayudar a los intereses a largo plazo ni de España, ni de Europa”, dijo ayer un editorial del Financial Times.