Turquía empieza a ver una salida a la crisis política. La comisión constitucional del Parlamento les puso fecha ayer a las elecciones legislativas adelantadas. Si el pleno lo confirma, los comicios serán el próximo 22 de julio. Esto permitirá renovar todo el Congreso, creando una nueva mayoría o manteniendo la actual, y volver a iniciar el proceso de selección y aprobación de los candidatos a la presidencia. La crisis había estallado porque la oposición y los sectores que favorecen el laicismo rechazaban al candidato único que había presentado el primer ministro y líder islamista, Recep Tayyip Erdogan.

La ausencia de candidatos laicos para la presidencia había provocado el malestar no sólo de la oposición, sino también de las Fuerzas Armadas, un sector históricamente activo en la política nacional. El fin de semana la cúpula militar había emitido un comunicado en el que advertía que defendería hasta la última instancia el carácter laico del Estado turco. El clima se volvió a tensar ayer, cuando el premier calificó como “una bala contra la democracia” el fallo de la Corte Constitucional que anuló la primera votación presidencial en el Parlamento. En esa ocasión, los legisladores rechazaron al candidato gubernamental, el actual ministro de Relaciones Exteriores, Abdulá Gul. El martes, el máximo tribunal había aceptado el argumento de la oposición de que no existía quórum para instalar la sesión. La presidenta de la Corte, Tulay Tugcu, contraatacó y cuestionó lo dicho por Erdogan. “Tales declaraciones irresponsables superan todo límite y son indicativas de los objetivos del gobierno”, aseguró.

El premier, intentando salir del mal momento, abrió la discusión sobre la posibilidad de reformar la Constitución e instalar el voto universal para la elección presidencial. Sin embargo, la oposición no quiso entrar en ese debate y ya empezó a pensar en las elecciones legislativas. La última vez, en el año 2002, Erdogan y Gul habían arrasado con su recién creado Partido para la Democracia y el Desarrollo (AKP), una fuerza islámica moderada.

Pero para los expertos la reforma que está planteando el premier –voto presidencial universal, mandato de cinco años con la posibilidad de una reelección– es sólo superficial. Tanto los constitucionalistas como la oposición demandan un cambio más profundo, por ejemplo cambiando el alto umbral del diez por ciento que deben tener los partidos para obtener representación en el Parlamento. Actualmente los partidos más chicos quedan fuera del Legislativo y las fuerzas más importantes, como el AKP, están representadas por demás.