Viernes, 26 de octubre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › LA PRESENCIA DE LAVIN EN LA MONEDA DIVIDE A LA CONCERTACION
Después de convocar al ex candidato derechista para participar en una comisión para mejorar la distribución del ingreso, Bachelet lo volvió a convocar, esta vez para el diseño de un plan de seguridad. Pero hay requemores en las dos coaliciones.
Cuando un gobierno anda mal en las encuestas, la lucha contra el crimen puede revitalizar los sondeos. Por eso la presidente socialista de Chile, Michelle Bachelet, selló esta semana una inédita alianza con los presidentes de los partidos de la oposición, vinculados con el fallecido dictador Augusto Pinochet. Luego de varios meses de distanciamiento, el acercamiento entre la derecha y el gobierno de la Concertación permitiría impulsar los principales puntos inconclusos del programa de Bachelet: la seguridad, equidad y previsión. Asimismo, el nuevo acuerdo puede ser el signo de un cambio en las alianzas políticas del gobierno que, cada vez más cuestionado, necesita mostrar resultados concretos en su gestión. Por su parte, la derecha busca sacar tajada de la inseguridad, sobre todo luego de la polémica muerte de un carabinero en el último aniversario del golpe.
El gesto que captaron los medios fue la entrada el miércoles pasado al Palacio de La Moneda de los presidentes de los partidos derechistas Renovación Nacional (RN) y Unión Democrática Independiente (UDI), Carlos Larraín y Hernán Larraín, para reunirse con el ministro de Interior y jefe de Gabinete, Belisario Velasco. Pero el artífice de las negociaciones habría sido Jorge Lavín, el dos veces candidato presidencial de la derecha y líder de la UDI, quien también estuvo presente anteayer en el palacio presidencial. Según Lavín, él había sido convocado el lunes pasado por Velasco para actuar como mediador entre la oposición y La Moneda para en una primera etapa abordar el tema de la seguridad. Pero no toda la oposición aceptó el convite.
Parlamentarios de la oposición rechazaron la iniciativa de Lavín con la expectativa de que un conflicto mayor complique más el respaldo social a Bachelet, que bajó el 30 por ciento en la capital. Los aires de diálogo, sostuvo ayer el senador Alberto Espina de RN, no significan que su sector deje de pensar en desalojar del poder al gobierno. Pero las encuestas muestran que siete de cada diez chilenos valora el giro dado por Lavín, quien no descarta postular por tercera vez a la presidencia.
Con el pacto todos parecen satisfechos. Al gobierno le permitió dividir a la Alianza de derecha entre RN y UDI, y al mismo tiempo reactivar sus iniciativas trabadas por el bloqueo opositor, antes de las elecciones municipales de 2008 y de las presidenciales de 2009. Y a la derecha le puede abrir el camino para recuperar protagonismo político. La agenda en discusión, y que deberá definirse en las próximas dos semanas, apunta a la creación de un ministerio de seguridad público, un organismo para la denuncia del narcotráfico y las drogas, un conjunto de normas procesales que endurezcan las penas contra criminales y volver a instalar la detención por sospecha sin orden judicial.
En defensa del acuerdo, el vocero del gobierno, Ricardo Lagos Weber, señaló ayer que era imprescindible construir espacios de diálogo y consenso. El acercamiento mutuo entre la oposición y el gobierno se produjo en momentos en que el apoyo a Bachelet cayó por debajo del 40 por ciento, justamente debido a problemas en delincuencia, aunque también en transportes y por conflictos laborales. La mandataria llegó a denunciar un feminicidio político en su contra, acusación que fue rechazada incluso por sus aliados.
Con un Congreso trabado, para el oficialismo la alianza puede favorecer la gobernabilidad. Sin embargo, Lagos Weber prefirió ser cauto y negó que el cambio político de la última semana implicara mayores acuerdos. Es más, reconoció que la cercanía de los comicios puede ser contraproducente. “El gobierno no saca cuentas alegres”, advirtió.
Mientras tanto, comentó una fuente consultada por Página/12, el gobierno parece tener más cercanía en el programa de seguridad con la derecha que con sus propios sectores de izquierda. Es por eso, añade, que en realidad el estancamiento de las iniciativas oficiales en esta materia se deben a las diferencias entre facciones del Partido Socialista (PS) con la Concertación, que no acuerdan con la mano dura y que prefieren un abordaje más integral.
En la otra vereda, Lavín también está a gusto con las negociaciones. “Hoy es un gran día para Chile. Después de meses de peleas y enfrentamientos, los representantes de los dos partidos de la Alianza vienen a conversar con el ministro. Me siento feliz porque ésta es la forma moderna de hacer política: acuerdos, colaboración y no confrontación”, aseguró el líder derechista tras visitar el miércoles el palacio de gobierno. Sin embargo, la primera tensión dentro de la Alianza de derecha saltó a la vista con las críticas vertidas por el empresario Sebastián Piñeira, de RN. Según el dueño de LAN Chile, el acuerdo habría sido obra suya y no de Lavín.
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