EL MUNDO • SUBNOTA › PROTOCOLAR SALUDO DE CRISTINA KIRCHNER AL TRIUNFADOR
› Por F. C.
Luego de algunos cabildeos, el gobierno argentino distribuyó anoche –ya entrada la madrugada en Roma– el saludo de Cristina Fernández de Kirchner al “Honorable” Silvio Berlusconi, según el trato diplomático de estilo. La Presidenta mencionó allí la “esperanza de desarrollar aún más los profundos y tradicionales lazos que existen que existen entre ambos pueblos”. La fórmula no logró disimular la frialdad con que la Casa Rosada recibió la novedad, una notable diferencia con el alborozo expresado por Néstor Kirchner, presidente cuando en 2006 ganó Romano Prodi y se inició una era de deshielo en la relación bilateral, ahora de nuevo en veremos.
Los tres años que Kirchner y Berlusconi coincidieron como presidentes, la relación entre Argentina e Italia tocó uno de sus puntos más bajos. Argentina recién salía de la crisis y los bonistas italianos hacían fila para reclamar que le pagaran. Berlusconi se puso entonces al frente del reclamo. Kirchner, que obviamente se sentía en la vereda de enfrente ideológica con Il Cavaliere, lo anotó en su lista negra.
Si se compara con el fluido vínculo con España, la relación de Argentina e Italia descendió varios peldaños. Hace años que un presidente argentino no visita Italia ni un mandatario italiano pisa Buenos Aires. Poco después de la llegada de Prodi al gobierno, hubo una reunión con Kirchner en el marco de la Asamblea de la ONU, en 2006. Prodi, obviamente, recordó el reclamo de los bonistas, pero también anunció su intención de reflotar el vínculo histórico entre los dos países en un marco de cordialidad, nada que ver con la etapa anterior.
“Nuestra relación siempre fue fría”, analizan ayer en la Cancillería, a propósito del arribo de Berlusconi. Con todo, mencionaban que en esta ocasión veían diferencias respecto de la experiencia período. Por ejemplo, la prudencia de ambas partes durante la campaña electoral. Esta vez el gobierno argentino se cuidó de mostrar sus favoritismos, por más obvios que pudieran suponerse. Diplomáticos con trato fluido con sus pares italianos recordaban que la situación de los bonistas también ahora era otra. Los que entraron en el canje comprobaron que no perdieron tanto como habían supuesto. Y los que se negaron, tramitan su queja a través del Ciadi. Por último, consideraban que la recuperación económica argentina podía funcionar de gancho para que las miradas italianas vuelvan a posarse por estos lares. “Los italianos son pragmáticos, y Berlusconi más que ninguno”, resumían.
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