EL MUNDO › PERFIL DEL RECIENVENIDO AL GOBIERNO DE BUSH
Historia de un golfista misógino
John Snow aún no fue confirmado por el Senado como el nuevo secretario del Tesoro de Estados Unidos, pero ya adoptó la primera medida: renunciar a su calidad de socio del exclusivo (apenas 300 miembros) Club de Golf Augusta, en el estado de Georgia, que tiene la particularidad de prohibir la incorporación de mujeres a la entidad. Según el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, fue una medida tomada por Snow sin que recibiera presiones. Más allá de estas particularidades, comunes en los personajes que rodean a Bush, Snow es un hombre que supo defender con fiereza el recorte de impuestos que pregona el gobierno y que tiene lo que no tenía O’Neill: contactos en el ambiente político norteamericano.
Snow nació en Toledo (Ohio). Obtuvo su doctorado en Economía en 1965 en la Universidad de Virginia y el diploma de la Universidad George Washington. Su historia es la de la mayoría de los hombres de Bush: funcionarios que amasaron fortunas en empresas y vuelven luego a ser funcionarios. Comenzó a trabajar en el Departamento de Transporte en 1972 y en 1977, cuando estaba por retirarse, entró en la CSX Corporation. A partir de 1980, luego de que CSX anexara a una de sus competidoras, Conrail, y se beneficiara de la desregulación del sector ferroviario, Snow comenzó a ascender hasta convertirse en presidente de la compañía en 1988, jefe ejecutivo en 1989 y director desde 1991. Su sueldo anual se equipara a la millonada que ganaba el actual vicepresidente Dick Cheney en la petrolera Halliburton: un millón 250 mil dólares de sueldo anual básico.
Desde hace varios años, Snow es el director de la Business Roundtable, un grupo de grandes empresarios que impulsa un plan de reactivación de la economía sobre la base de un programa de reducción de impuestos a las grandes empresas que costaría al gobierno unos 300.000 millones de dólares en los primeros tres años de aplicación. Con estos antecedentes, los demócratas se apuraron a salir al cruce de su designación. “El problema es el plan que presentará”, afirmó el senador Jon Corzine. “Los cambios no deben afectar a la deuda pública y debemos asegurarnos de que irá orientado a familias trabajadoras de ingresos medios, no a las grandes empresas”, dijo el líder de los demócratas en el Senado, Tom Daschle.
Pero Snow ha sabido ganarse buenos contactos en el Capitolio y entre varios demócratas. El Washington Post lo describe como “un republicano sólido”. Es amigo personal del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, y de su predecesor en ese cargo, Paul Volcker. Cuando en julio Bush pronunció su discurso en Wall Street pidiendo honestidad a los empresarios, luego de los sucesivos fraudes de grandes empresas, Snow salió decidido a defenderlo: “Debemos volver a las bases morales del capitalismo. Los dueños de las compañías son sus accionistas, no sus gerentes”.