Domingo, 21 de febrero de 2010 | Hoy
Por Martín Granovsky
Desde Brasilia
Luego de la elegía de Lula, la candidata Dilma Rousseff (62, economista, hija de un inmigrante búlgaro, guerrillera y presa entre 1970 y 1973, ex ministra de Energía, actual jefa de ministros y mano ejecutiva del presidente) se presentó con un discurso en el que optó por definirse utilizando dos poesías y un eje puesto en el papel del Estado como inductor del desarrollo y la justicia.
Dilma nació en Minas Gerais, el tercer Estado después de San Pablo y Río. Unos versos son del mineiro Carlos Drummond de Andrade. “Tus hombros soportan el mundo, pero el mundo no pesa más que la mano de un niño”, dicen, y Rousseff contó que “la mano de mi hija, cuando nació, me dio confianza en la vida y en el futuro de la humanidad”.
Luego de la cárcel vivió en Río Grande do Sul. El poeta elegido fue el gaucho (pronunciar ga-ú-sho) Mario Quintana: “Todos los que están ahí/ atravesados en mi camino/ pasarán./ Yo, pajarito”. En portugués tiene otro sabor porque pasarán es passarao y pajarito es passarinho. La candidata parafraseó la poesía de este modo: “Ellos pasaron y nosotros hoy volamos libremente. Volamos porque nacimos para ser libres. Sin odio, sin revanchismo y con serena convicción afirmo que nunca más viviremos en una jaula o en una prisión”.
En su costado programático, base del discurso de la candidata, Dilma prometió un “gobierno de coalición” que tome “medidas realistas y concretas” para continuar con el proceso basado en la idea de que “distribuyendo la renta, el país crece de manera sustentable”.
Su punto de partida es que “ahora ya caminamos por el país y encontramos millones de brasileños que comen tres veces por día”, alusión a la promesa de Lula en la campaña para las presidenciales de 2002. “Hay millones que cultivan la tierra y consumen, millones que muestran las luces de sus casas modestas, millones que tienen su primera heladera, millones de jóvenes mostrando sus diplomas de las universidades o sus escuelas técnicas, millones que expresarán su orgullo de vivir en un país respetado”, dijo. Y recordó que “el salario real aumentó, creamos 12 millones de puestos de trabajo y comenzamos a vivir en un Brasil para todos, no en el Brasil que sufríamos desde los tiempos de la esclavitud”.
Rousseff cerró así: “El PT cambió cuando fue preciso, pero nunca cambió de lado”.
Después, el largo abrazo con Lula. Ahora y hasta el 3 de octubre, la campaña.
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