El Subcomandante Marcos dio a conocer públicamente una carta en la que le escribe a un veterano filósofo mexicano, Luis Villoro, sus críticas a la política militarista que el gobierno de Felipe Calderón le declaró al narcotráfico. “La irrupción de la guerra en la vida cotidiana del México actual no viene de una insurrección, ni de movimientos independentistas o revolucionarios que se disputen su reedición en el calendario 100 o 200 años después. Viene, como todas las guerras de conquista, desde arriba, desde el poder”, señala.

El líder zapatista se pregunta en otro tramo de su texto: “¿Ganan los Estados Unidos con esta guerra local? La respuesta es: sí”. Entre la poética y el sarcasmo que lo caracterizan, Marcos completa la idea: “Las revelaciones de Wikileaks sobre las opiniones en el alto mando norteamericano acerca de las ‘deficiencias’ del aparato represivo mexicano (su ineficacia y su contubernio con la delincuencia), no son nuevas. No sólo en el común de la gente, sino en altas esferas del gobierno y del poder en México esto es una certeza. La broma de que es una guerra despareja porque el crimen organizado sí está organizado y el gobierno mexicano está desorganizado, es una lúgubre verdad”.

“Desde que fue concebida, esa guerra no tiene final y también está perdida”, concluye el guerrillero que inició la suya contra el Estado mexicano el 1º de enero de 1994 para redimir a los pueblos originarios de Chiapas de una explotación varias veces centenaria.