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No es octubre y no es un año de elecciones presidenciales, pero llámelo ¡la sorpresa de mayo! de Barack Obama, el momento en que él y sus partidarios esperan pueda transformar su destino político justo antes de que se lance a su reelección. En un instante restauró la unidad a un país que recientemente la división y los conflictos colmaron la energía política. Queda por ver cuánto le dura y cuán profundo es ese incentivo. Por cierto, la muerte de Osama bin Laden el domingo ayudará a Obama a escaparle a la crítica republicana por su actuación en el escenario de la política exterior. Muchos de sus enemigos conservadores –hasta Donald Trump– lo están felicitando.

“Admiro el coraje del presidente”, dijo Rudy Giuliani, quien trató de capitalizar la adoración que ganó como alcalde de la ciudad de Nueva York durante la agonía del 11 de septiembre para postularse para la Casa Blanca hace tres años. George W. Bush, el presidente que no capturó a Bin Laden, le dio las gracias a Obama como lo hicieron Dick Cheney y el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner. “Si algo hubiera salido mal –agregó Giuliani–, todos estarían culpándolo.”

Nada salió mal y, durante los próximos días, la Casa Blanca le pondrá más cuerpo a la historia sobre cómo se desarrolló la inteligencia desde agosto pasado sobre el paradero de Bin Laden y el rol –como seguramente lo describirán– jugado por el comandante en jefe siguiendo esa pista durante todo el tiempo hasta el sensacional desenlace del domingo.

“Las consecuencias políticas internas son considerables”, le dijo al sitio web político, Ross Baker, el profesor de asuntos políticos de la universidad de Rutgers. “Durante generaciones los republicanos describieron a los demócratas como débiles en seguridad nacional y hostiles hacia el ejército. Esto le permitirá a Obama identificarse más con los militares a los ojos de la opinión pública. Cualquiera sean las consecuencias que pueda tener en la guerra contra el terrorismo, es un golpe maestro para Obama y los demócratas que aspiran a seguir en el poder en 2012.”

La política exterior, por supuesto, puede muy bien no ser la fuerza impulsora de las elecciones del año que viene, sino más bien la escalada en el precio del petróleo y la sensación de que la recuperación económica no es lo suficientemente fuerte para reparar el trauma de la recesión. Sin embargo, la política exterior no es algo secundario en la Oficina Oval. Uno de sus más acuciantes desafíos es cómo cumplir con la promesa de Obama de tratar de disminuir el nivel de tropas en Afganistán este verano. La muerte de Bin Laden le puede dar a la Casa Blanca la carátula de una victoria ya lograda –aunque, por supuesto, no lo es– para comenzar con la retirada en el tiempo previsto.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.

Traducción: C. D.