A cinco días de haber asesinado a Osama bin Laden en un operativo aéreo-terrestre en Pakistán, ayer Estados Unidos bombardeó nuevamente ese país y mató a ocho personas. Se trata del primer ataque con misiles de aviones no tripulados que el país norteamericano pone en marcha en cielo paquistaní, desde que los efectivos de la tropa de elite Navy Seals ingresaron a la residencia donde estaba escondido el líder de Al Qaida, y lo mataron.

El nuevo ataque tuvo lugar en la zona de Datta Khel, en la demarcación tribal de Waziristán del Norte, situada en el oeste paquistaní y fronteriza con Afganistán. Según fuentes de información paquistaníes, los aviones lanzaron ocho misiles: seis sobre un seminario islámico y dos sobre un coche estacionado en un hotel.

Al menos cuatro personas resultaron heridas. Los servicios de seguridad paquistaníes aseguraron que las ocho víctimas fatales eran supuestos insurgentes, y que el número de muertos podía aumentar con el correr de las horas.

Waziristán es una zona montañosa y de difícil acceso, al norte del país, que sería escondite frecuente de redes jihadistas, una facción de los talibán paquistaníes y afganos, que además son miembros de Al Qaida. De acuerdo con la agencia de noticias del país árabe –Express–, la zona atacada está bajo control del cabecilla insurgente Hafiz Gul Bahadur, uno de los hombres más poderosos del lugar.

Los ataques con aviones no tripulados son un instrumento habitual de Estados Unidos, que los utiliza no sólo en Pakistán sino también en otras partes del mundo. Pakistán habían protestado meses atrás por los ataques sobre su territorio de los aviones espías de EE.UU., que en los últimos años asesinaron a cerca de dos mil personas, entre civiles e insurgentes.