Miércoles, 30 de mayo de 2012 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Robert Fisk *
Bashar al Assad saldrá indemne de ésta. Como salió de Deraa. Y de Homs. Saldrá indemne de Houla. Lo mismo pasará con la oposición armada al régimen y con Al Qaida y cualquier otro grupo que se sume a la tragedia de Siria. Sí, tal vez éste sea el momento crítico, el punto de quiebre del horror, cuando el colapso baazista se vuelva inevitable, más que probable.
Y sí, puede ser que el querido William Hague, ministro británico del Exterior, esté absolutamente horrorizado. La ONU también. Todos lo estamos. Pero un centenar de Houlas tapizan Medio Oriente, con sus niños muertos apilados entre las estadísticas, con cuchillos, cuerdas y rifles entre las armas homicidas.
¿Y qué si los soldados de Assad dejaron que la milicia alauita les hiciera el trabajo sucio? ¿Acaso el FLN argelino no usó a las unidades de la Guardia de la Patria para asesinar a sus opositores en la década de 1990? ¿Khadafi no empleó el año pasado a sus leales milicianos y Mubarak a sus drogados ex policías, los baltagi, para arrasar a los opositores al régimen? ¿Acaso Israel no se valió de sus aliados falangistas libaneses para intimidar y dar muerte a sus opositores en Líbano? ¿No fue todo eso también gobernar asesinando? Y, pensándolo bien, ¿no fueron las fuerzas especiales de Rifaat, el tío de Bashar al Assad, las que masacraron a los insurgentes de Hama en 1982? (No digan esto en voz muy alta, porque Rifaat se la vive ahora entre París y Londres.) Entonces, ¿quién cree que Bashar no puede salir indemne de Houla?
El paralelismo con Argelia es estremecedor. Los líderes corruptos del ELN querían una democracia, hasta organizaron elecciones. Pero una vez que quedó claro que la oposición islamita –el infortunado Frente Islámico de Salvación– vencería, el gobierno declaró la guerra a los terroristas que intentaban destruir a Argelia. Sitiaron aldeas, bombardearon ciudades –todo en nombre del combate al terror– hasta que la oposición dio en masacrar civiles en torno de Blida, miles de ellos: bebés con la garganta rebanada, mujeres violadas. Y luego resultó que el ejército argelino también participó en las matanzas. Donde dice Houla lean Bentalha, lugar que todos hemos olvidado, como olvidaremos Houla también.
Y nosotros los occidentales bufamos y resoplamos y llamamos a los dos bandos en Argelia a mostrar contención, pero queríamos estabilidad en la antigua colonia francesa –no olvidemos que Siria es un antiguo territorio bajo mandato francés–, y estábamos muy preocupados de que insurgentes estilo Al Qaida se adueñaran de Argelia, así que al final Estados Unidos apoyó a los militares argelinos del mismo modo que los rusos apoyan hoy a los militares sirios. Y el FLN salió indemne luego de 200 mil muertos, comparados con los apenas 100 mil que ha producido hasta ahora la guerra en Siria.
Y vale la pena recordar que, enfrentados a la insurrección de la década de 1990, los argelinos buscaron con desesperación países a los cuales acudir en busca de consejo. Escogieron Siria, entonces bajo el imperio de Hafez Assad, y enviaron una delegación militar a Damasco para aprender cómo el régimen destruyó Hama en 1982. Ahora los estadounidenses –que hace seis meses presentaban a Bashar como un muerto en vida– prefieren un final tipo Yemen a la guerra en Siria, como si la crisis yemenita no fuera lo bastante sangrienta de por sí. Pero reemplazar a Assad con un asesino de la misma especie (la solución de Sanaa) no es algo que los sirios estén dispuestos a aceptar.
Sí, es una guerra civil. Y sí, Houla podría ser el punto de quiebre. Y ahora la ONU es testigo. Pero el partido Baaz tiene raíces más profundas que la sangre –pregunten a cualquier libanés– y nosotros en Occidente pronto nos olvidaremos de Houla, cuando otra imagen de muerte en YouTube aparezca en nuestras pantallas desde la campiña siria. O desde Yemen. O desde la próxima revolución.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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