EL MUNDO › LA PRESION DE EE.UU. SOBRE ARGENTINA POR COLOMBIA
Relaciones carnales y poligamia
Por Raúl Kollmann
Desde hace años existe una intensa presión norteamericana para que Argentina se involucre, sobre todo desde el punto de vista político, en el conflicto colombiano. Esa presión aumentará más que nunca. “Se necesita una acción de los países latinoamericanos, porque la narcoguerrilla pone en peligro a todo el continente”, insisten en Washington. En fuentes militares argentinas ayer se coincidió en que “no hay efectivos capacitados para conformar una fuerza de paz que no actuará en un proceso de paz sino en uno de guerra y que, además, amenaza con expandirse a Colombia y Venezuela”. En el Gobierno se analizan distintas alternativas, entre ellas las de formar un grupo con México y Brasil para “garantizar la democracia”, es decir incidir en el conflicto. El radicalismo sostiene que Argentina debe reconocer el problema de seguridad continental pero no alineándose con EE.UU.
En la virtual guerra civil colombiana, Washington venía insistiéndole a la administración De la Rúa que realizara gestos políticos y militares. Por ejemplo, colaborar entrenando tropas, apoyando en materia de inteligencia y comunicaciones. El gobierno de la Alianza, igual que el de Brasil, nunca miraron con simpatía el intervencionismo norteamericano. Más aún, los militares argentinos reconocen que “se trataría de participar de un conflicto muy delicado, muy parecido al de Vietnam, en el que la guerrilla se viene preparando desde hace mucho tiempo en un ambiente selvático”.
Por su parte, el Gobierno está realizando las primeras movidas frente a la explosión colombiana. Existe la idea de conformar un bloque con Brasil y México para preservar la democracia en el continente. Esto significaría no cuestionar el lanzamiento de la ofensiva contra la guerrilla, aunque sí establecer una especie de veeduría regional. Otros en la Cancillería creen que es el momento de no diferenciarse de EE.UU. Marcelo Stubrin, vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, insiste en que “hay que hacer política. Debe reconocerse el problema de seguridad continental que implica el conflicto colombiano, pero también acercarse a los países de la Unión Europea que proponen el cese de la guerra civil. De todas maneras, los europeos no se involucran en serio y dejan espacio al militarismo norteamericano”.